—Mi pequeña esposa, no te olvides de la palabra de seguridad, si sientes mucho dolor o algo te incomoda, por favor —le dijo él besando sus labios—. Es rojo.
Ella asintió conforme, sin dejar de esbozar una adorable sonrisa, que estremeció el cuerpo del hombre.
Seguidamente Renaldo la desnudó dejando