Lacie se negaba a aceptar esa realidad, se removía gritando a todo pulmón.
—¡Renaldo! ¡Renaldo no me dejes! —vociferó Lacie, asustada, levantándose de su sueño, miró a un lado y allí estaba Renaldo a su lado con su rostro de preocupación.
—¿Qué ocurre mi amor? ¿Por qué gritabas? —preguntó sin pode