Pasada de copas

Catherine

Nos encontrábamos sentadas en un lujoso restaurante, donde la melodía del piano resonaba en acada rincón, el piso estaba tapizado de terciopelo rojo, y las mesas tenían una presentanción elegante en la que las cervilletas tenían formas de cisnes.

Las carpetas del menú ya habían sido puestas sobre la mesa. miraba el menú algo sorprendida por los precios elevados de los alimentos

-creo que esto te parece extraño, luces incomoda- habló Mia acomodándose un mechón de su cabellera rubia

-para ser honesta si- puse la carpeta sobre la mesa- No frecuento lugares como este.

-Tienes que acostumbrarte- dijo mientras leía el menú

-¿A que se debe esta comida? no creo que sea solo porque quieras conocerme.

- Entiendo que sea díficil para ti confiar en alguien que salió de la nada- cerró la carpeta

-En efecto

-No tiene mucho que llegué al país así que no tengo a nadie aquí

-Es extraño que alguien como tú no tenga amistades

-A que te refieres a alguien como yo- pregunto seriamente

-Pues eres la hija menor de los Hollad, debes saber desenvolverte en los círculos sociales, o tener muchos amigos

-¿Amigos? La última vez que creí tenerlos termino mal- dijo divertida- tú ¿a qué te dedicas Catherine?- cambio de tema

-soy periodista

-mamá dice que sabes hablar 4  idiomas y que estudiaste dos carreras al mismo tiempo

-oh si, aprendí idiomas en la preparatoria mediante cursos y aplique a examen en universidades públicas, fui admitida en las dos con el cien por ciento de beca

-pero eres periodista ¿Qué hay de tu otra carrera?

-Administración

-wow, tus dos carreras no tienen nada que ver

-supongo que no.

-¿Qué hay de tus padres?

-yo…yo no tengo padres, mi madre falleció cuando estaba en secundaria y mi padre fue por cigarros pero nunca regreso

-oh, toqué un tema delicado, lo siento

-no, no te preocupes, está bien

-saliste adelante tú sola entonces

-sí, así es

-buenas tardes señoritas ¿Qué van a ordenar?- preguntó el mesero quien traía consigo un lapicero y su hoja de notas

-a mi tráigame solo ensalada y una copa de vino tinto- dijo entregando la carpeta

-yo quiero lo mismo

-¿segura?- Mia me  miró con sus ojos eléctricos

Asentí levemente mientras entregaba el menú

-eres una mujer admirable- dijo una vez que el mesero se retiró

-¿eso crees?

-salir adelante sin tener algún apoyo económico y emocional no es algo que hagan muchos, aparte de que fuiste admitida en dos grandes universidades ¿como le haces? yo reprobaba los exámenes hasta en el preescolar-bromeó

-tuve que sacrificar muchas cosas y mírame ahora, soy lamentable ¿no es así? De nada ha servido esas noches de develo

-aquí esta su orden, que lo disfruten- interrumpió el mesero para luego girarse hacia otra mesa

-eres joven, cualquiera comete errores.

-…

-pero no es tan malo ¿sabes? Al menos no fuiste una drogadicta como yo que desaprovechó lo que tenia

La miré incrédula por lo que acababa de decir

-es un secreto a voces- susurró- todos lo saben- retomó su postura

-Yo no lo sabía

-ahora ya lo sabes, prefiero que se enteren por mí, no me avergüenzo, eso ya ha quedado en el pasado- dijo tranquila

-¿Cómo fue que saliste de eso?

-fui a rehabilitación unos años, por ese motivo no estuve presente en su boda pero Zack me contó

-¿Zack?

-sí, él estuvo presente en su boda antes de irse a Paris

-sigo sin saber quién es Zack- me encogí de hombros

-llevas tres años de matrimonio y ¿desconoces totalmente a la familia de tu esposo? Veo que su comunicación es mala, él es mi hermano.

-No sabia que Mathew tuviera otro hermano

-oh sí, es que no somos muy cercanos a Mathew, pero Zack asistió a tu boda

-¿enserio? No lo vi por ahí

-Tampoco se quedó mucho tiempo, él es alérgico al matrimonio, supongo que por eso se marchó enseguida

-me hubiera gustado conocerlo

-lo conocerás, organicé una cena por el cumpleaños de mi papá, solo asistirá la familia,  por supuesto que tú y Mathew están invitados

-creí ver en la invitación que era una fiesta de gala

-ah, eso será al después, todos los empresarios y colaboradores de empresas e industrias asistirán al cumpleaños del gran señor Hollad- dijo orgullosa- no me gusta la multitud, así que organicé algo más íntimo para celebrar a mi padre sin estar rodeado de desconocidos

-es una buena idea

-bienvenido señor Mathew- escuché de uno de los camareros, inmediatamente voltee para asegurarme de que en verdad era él, y ahí se encontraba vestido de un traje elegante con su porte fino trasmitiendo un aura de autoridad rodeando con uno de sus brazos la cintura de una mujer que llevaba puesto un vestido color rojo un poco más arriba de las rodillas, el pelo semicorto apenas le cubría la espalda desnuda.

Tuve dudas acerca de la identidad de la mujer hasta que se giró y pude identificarla, su rostro angelical, unos labios rojizos, pestañas rizadas, cejas perfectamente marcadas, sus ojos color marrón resaltaban con el maquillaje, ella es…Camila Clark

Ella al verme pintó una sonrisa triunfante en su rostro y besó a Mathew frente a mi.

Mia al ver mi mirada perdida hacia aquella dirección se giró para ver 

-qué diablos…

-vámonos- sugerí inmediatamente

-¿Qué hace mi hermano con esa tipa?- dijo molesta

-No es cualquier tipa, ella es la mujer que él ama- dije con voz grave

-pero tú eres su esposa no Camila

Me sorprendió un poco que Mia ya la conociera, era de esperarse ya que no se impresiono al ver a una mujer parecida a mi

-Solo estoy unida a él por un papel, eso es todo- bejé la voz

-Aún así te debe respeto- se puso de pie dispuesta a armar un escandalo

-por favor no- la detuve agarrándole de la muñeca- yo…yo no me siento capaz de enfrentar a Camila- le supliqué con la mirada, ella pareció sentir pena por mi

-que sugieres- exhaló

-salgamos de aquí disimuladamente- sugerí

Mia se tocó la cabeza en manera de frustración

-ahhhh, está bien.

Mia fue tan amable de dejarme a mi casa, la invité a pasar pero no aceptó, creo que le molestó la idea de que me haya quedado con los brazos cruzados, su molestia era evidente, no habló en todo el camino.

-no olvides asistir a la cena de mi padre este fin- recalcó antes de subirse  a su auto y marcharse

Me llevé una de mis manos a mi brazo derecho viendo como el auto se alejaba

-señora ¿Dónde ha estado?- Rita salió apresurada de la mansión

-me sugeriste salir ¿no? Rita, prepara el baño que volveré a salir en un momento

-¿A dónde irá?- preguntó preocupada

Me adentró  a la mansión sin hacerle mucho caso

-el señor no volverá, no me quedaré esperándolo esta vez-  subí rápidamente las escaleras

En un rato después salí de casa un poco insegura, estaba a punto de arrepentirme y subir a llorar en mi habitación pero quería despejar mi mente un rato, conduje conteniendo mis lágrimas sin algún rumbo mientras me golpeaba el pecho

“estúpida, eso es lo que eres” me repetía

Pensaran que lo más sano seria soltarlo pero ¿Cómo sueltas a algo que amas? ¿Cómo matas esa ilusión? Es sencillo decirlo, es cierto, pero hacerlo es algo diferente, las personas nos aferramos a lo que nos hace sufrir, es irónico, somos masoquistas, somos esclavos de nuestros propios sentimientos, cerramos los ojos, tapamos nuestros oídos y nos hacemos la idea de que si nos esforzamos el doble estaremos bien, que gran mentira.

Finalmente me detuve en un bar, quizá necesitaba ahogar mis penas, el lugar  lucia presentable, a juzgar por los autos estacionados de lujo, no se trataba de un lugar cualquiera

Las luces de color rojo iluminaban el lugar, dentro se encontraban varias mesas y algunos sillones en la esquina, algunos hombres conversaban mientras bebían, pude escuchar sus carcajadas y bullicios, al fondo se encontraba el escenario para bailes, no precisamente eran bailes honestos eso se sabía por los tubos colocados, me dirige a la barra sentándome en esos bancos altos que resulta difícil acomodarse bien

-un vodka- ordené al mesero que se quedó embobado

-enseguida señorita- se apresuró

En cuestión de segundos mi orden estaba lista, tomé aquel vaso y lo bebí rápidamente

-otro.

-¿mal de amores?- dijo uno de ellos mientras limpiaba con una franela

Lo miré confusa ¿a este tipo que le importa? Pensé dentro de mí

-no.- respondí secamente

La musica resonaba en todo el bar y mis pensamientos me traicionaron recordando todos los desplantes que Mathew me había echo, todas las humillación e infidelidades, todo se lo soporte lo malo es que seguiría soportándolo esa y muchas cosas más porque en verdad lo quería y deseaba en lo más profundo se mi ser que él hiciera lo mismo

De pronto sentí una mirada clavada en mí, por instinto voltee a ver, en unos de los sillones de la esquina rodeado de cinco mujeres voluptuosas estaba la persona más egocéntrica que me miraban fijamente con sus ojos azules claros, Dorian.

Esquivé su mirada inmediatamente

-deme otra copa…no, mejor deme la botella entera- le dije al mesero que seguía mirándome

¿Estoy borracha? O porque siento que tengo ojos clavados e mi ¿me salió otro ojo?

Miré de nuevo hacia él, una sonrisa coqueta se asomó a su rostro, levantó  copa hacia mí mientras una de las chicas se sentaba en sus piernas rodeándolo con los brazos, la de pelo corto comenzó a besarle el cuello subiendo a su mandíbula perfectamente marcada, giré la cabeza son desagrado

-hola linda ¿estás sola?- preguntó un hombre de traje, su aliento apestaba a alcohol

-que te importa- dije bebiendo mi copa

-¿quieres pasar un buen rato? Tomemos una copa y de ahí…

-que molesto, dije que no- me enfadé

El hombre frunció el ceño un poco irritante

-oye estúpida, no te hagas la difícil- me tomó ferozmente del brazo

-qué te pasa imbécil, suéltame-traté de zafarme

-señor, está incomodando a la señorita- dijo amablemente el mesero de la barra

-tú cállate imbécil, no te entrometas, perderás tu trabajo si lo haces- amenazó

El pobre chico no sabía qué hacer, me miró como si me estuviese pidiendo perdón

-ahora te sentarás conmigo- se acercó demasiado a mi

-eso jamás, ¿Qué le sucede? ¿Está loco?- me sacudí

-es mejor que la sueltes si no te quieres meter en problemas- una mano fuerte apretó el brazo de aquel tipo, ¿Cómo es posible que una persona diga esas palabras tan amenazadoras con una sonrisa en su rostro? Pero más importante aún ¿Qué hacía Dorian defendiéndome?

-¿y quién eres tú maldito imbécil?- lo miró con rabia- no me digas que tú también quieres a la chica- se burló

-tranquilo, hay más putas aquí- lo palmeó en la espalda

-quita tus sucias manos- dijo Dorian esta vez con el semblante frio

-y si no quiero que, ¿Qué harás? ¿Eh? Dime- hablaba mientras escupía

La paciencia de Dorian pareció llegar a su límite dado que de un solo puñetazo derribó al hombre al suelo

-te lo advertí- lo miró con repugnancia, el pobre hombre quedó tirado con la boca sangrada, no fue capaz de pronunciar una sola palabra como si hubiese quedado mudo al igual que yo. Dorian hizo señas a unas personas que custodiaban la puerta, estos hombres de negro se lo llevaron inmediatamente

-¿le damos un buen escarmiento?- preguntó uno de ellos

-no- contesté inmediatamente aunque la pregunta no era para mí- ambos hombres me miraron- con el golpe que le acabas de dar es suficiente- agregué al sentirme intimidada por esos ojos intimidantes

-ya oíste a Caty, solo llévenlo afuera- ordenó

El mesero que presenció la escena se quedó taciturno al igual que los demás ¿Por qué nadie decía nada?

Mientras miraba a los demás con asombro Dorian sacón un cigarro de su cajetilla y se lo llevó a la boca

-nadie de aquí mete las manos por los demás- dijo soltando el humo que retuvo en sus pulmones por un momento.

-eso es lo que veo- dije aliviada tomando nuevamente mi asiento que abandone debido a los jaloneos de ese borracho

-un champagne por favor- ordenó

-¿Qué haces aquí?- dije extrañada de verlo un ahí

-¿Qué qué hago aquí? Es lo mismo que te pregunto 

-no me refiero al lugar, que haces aquí a mi lado aun, ya puedes irte

-¿me estas corriendo Caty?- hizo una mueca

-sus novias lo esperan

-pedí que se las llevaran, me aburrieron- meneó su copa que había sido servida

-¿entonces que hace aquí aun?

-bueno, no eh escuchado mis “gracias”- sonrió

-gracias

-no, no es aceptable, lo dijiste porque te lo pedí

-en verdad gracias

-no, eso es fingido

Apreté los dientes impaciente

-¿no le da miedo que la prensa de entere de esto?

-quien se lo dirá, ¿tú? No creo- apoyó su codo en la barra colocando su cabeza en su palma

-no, yo no…

-bebe algo conmigo mi querida Cathy

-no, gracias, ¿y si sus intenciones son iguales que la de aquel sujeto?

Soltó una risita burlona abandonando su postura, se inclinó un poco hacia mi

-¿crees que soy el tipo de hombre que necesita embriagar a una mujer para que este conmigo?

Era cierto, ante un hombre como él sin duda alguna las chicas caerían rendidas a sus pies

-cierto.

-Pero tienes razón al no aceptar, ya es bebido suficiente, deberías tener cuidado al venir a estos lugares sola ¿y tu esposo?- preguntó con algo de burla al final

-no me hables de él por ahora… y no eh bebido suficiente- dije tomando la botella y dándole un gran trago

-si sigues así perderás la cordura

-la eh perdido desde hace tiempo, no molestes y vete- me enfadé, nadie le pidió que se quedara conmigo

-ya estas borracha

-no lo estoy…hip…vete…hip- tenía razón mi vista comenzaba a tornarse borrosa y sentía que mis mejillas ardían.

-te llevaré a tu casa

-no gracias, solo quieres saber dónde vivo ¿verdad? Pues no señor, no te lo diré- agite la botella dándole otro trago

-¿sabes que eres divertida estando borracha?

-soy así todo el tiempo solo que estoy sola, no tengo a nadie y esto me ha orillado a hablar con un extraño

-no soy un extraño, nos hemos visto dos veces en un solo día

-tienes unos ojos hermosos- me acerqué mucho a él haciendo que se sorprendiera- se parecen al azul del cielo

Él  se quedó quiero por uno segundos

-wow, actúas adorable en ese estado- carcajeó

-pero sin duda los ojos verdes de mi esposo superan los tuyos- ataqué, no pareció molestarle mi comentario solo encogió los hombros aun con su sonrisa en el rostro

-pues yo no eh visto esos ojos verdes aquí- miró entre la multitud- será que ese esposo tuyo es solo producto de tu imaginación

-si no me crees, llámale, dile que venga por mi

-¿Por qué tengo que hacer eso yo?

-porque te lo pido yo

-te vez linda dando órdenes

-solo dile que venga- extendí mi teléfono

Él debido a la insistencia tomó mi teléfono y al ver el nombre marcado en la pantalla se sorprendió

-¿Mathew? ¿Ese bastardo es tu esposo?- preguntó con cierto tono de rabia

¿Él acaso conoce a mi esposo?

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