Capitulo 4.

Me levante y salí a correr, quería sentir la brisa del aire, sacar de esa manera un poco mi estrés y el poderme distraer. Llenar de aire fresco mis pulmones, con la música en mi oídos era fácil el poder des estresarme.

Familias apresuradas por ir al trabajo, hombres y señores corriendo con sus perros. Algunas señoras con hijos en sus respectivas carriolas sacándolos a dar un paseo. Tome bocanadas de aire y me apresure a hacer mi ejercicio.

Que bien se podía sentir la fresca brisa rozar tu cuerpo, esa brisa fría que a cualquiera tranquiliza. Tome el tiempo en mi celular y empecé a correr. Me gustaba hacer esto de ves en cuando, me ayudaba a relajarme y des estresarme un poco de la situación que ahora estaba viviendo.

Cuando creí que ya era suficiente me dedique a regresar. Mire el reloj e iban a dar ya las nueve. Tenía una leve sensación de que se me estaba olvidando algo por hacer esta mañana, pero no podía recordar nada. Escuchando aun la música seguí mi camino, llegue a mi casa y abrí la primera puerta.

Un azotón de puerta llamo mi atención y por supuesto el auto también.

-¿No te has vestido aun?- pregunto aquella especie mientras se iba acercando.

Vamos a alagarlo un poquito para no sentirnos tan mal. Llevaba unos jeans negros, playera en cuello V, chaqueta de cuero y unos lentes que lo hacían lucir irresistible. Pero bien, fue suficiente halago por hoy.

-Acaso ves que estoy vestida decente.- respondí sarcástica y encontrando la llave para entrar.

-No, aunque asi como luces ahora.- me miro de arriba a bajo y sus ojos se obscurecieron.- Luces sensual.

Y sin mas, nuevamente sin yo esperarlo. Me tomo de la cintura y me pego contra la puerta de entrada.

-¿Puedes quitar tus asquerosas manos de encima?- estaba apunto de volverlo a golpear.

-Ya esta bien.- retrocedió y subió las manos.

-Con tu permiso me voy a arreglar.-estaba subiendo las escaleras y el también me seguía. Ya me estaba hartando su actitud.- Tu te quedas aquí, que parte no entiendes que no te quiero cerca.

-Te haría bien un poco, ¿No crees?- subía y bajaba las cejas, como si con eso pudiera convencerme.

-No.- grite y lo aventé, por poco y se cae.

Ya en mi habitación respiré tranquila.e estaba fastidiando y eso me estaba sacando de mis casillas. Elegí ropa adecuadamente para el dia de hoy y me fui a la ducha. Sabia que olía a rayos por el ejercicio de hoy. Deshice mi coleta y me quite el resto de ropa. Abrí el grifo y espere a que estuviera caliente, el piso también esta frio y solo estaba de puntillas esperando entrar a bañarme.

Me gustaba a mi el agua muy caliente, me enjaboné y me quede ahí un rato mientras me relajaba. El olor a vainilla que desprendía mi shampoo me gustaba, era un olor que no cualquier persona traía. Cuando decidí que ya era suficiente cerré la llave y me envolví en una toalla, dejando asi que gotas de agua escurrieran por mi cuerpo. Cerré la puerta del baño y me quede ahí en mi vestidor, viendo que podría ponerme.

Una fragancia con olor a hombre inundó mis fosas nasales. Mire a mi cama y ahí estaba el, acostado con los brazos encima de su cabeza y de los mas normal. Como estaba distraído decidi aventarle algo en su parte preciada. Vi mi bote de crema y me acerque a el sigilosamente, a una distancia moderada me dispuse a poner manos a la obra.

-¿Qué haces aquí?- pregunté gritando y aventándole el bote de crema con fuerza en sus partes preciadas.

La primera reacción que note fue un brinco y seguido una mueca a causa de lo que le había hecho.- Me quieres dejar sin descendencia masculina o que.- yo reía fuerte mientras el se retorcía en mi cama del dolor.

-Algo asi, digamos que nadie te dio permiso de entrar a mi habitación.- tenía bien sujeta la toalla, para que nada se viera.

Después de unos segundos el me sonrió y se coloco de pie, yendo hacia mi lentamente.- Tu padre me ha dejado subir.- es que ese hombre se estaba mereciendo que lo odiará.

-Y tu como buen perrito acatas sus órdenes. Muy bien.- sonreí con malicia mientras le revolvía el pelo.

-Tal ves, pero creo que ha sido la mejor decisión.- y nuevamente estaba haciendo eso que ya empezaba a estresarme. Me tomo de la cintura y veía como cada gota se escurría por mi piel.

-Me sueltas o no respondo.- amenacé con los dientes apretados.

-¿Por qué? ¿Tienes miedo?- pregunto mientras me miraba y alzaba las cejas a modo de burla.

-¿Miedo? ¿De ti? Por favor Christian, no me hagas reír. Si quieres que te deje sin hijos, adelante sigue.- amenacé ya harta de la situación.

Él ya estaba demasiado cerca de mi cara, podía sentir su aliento.

-¡Salte de mi habitación!- grite empujándolo lejos de mi cuerpo.

-Bueno, pero la gatita si que ha resultado sacar las uñas.- me guiño el ojo.

-Yo no soy gata.- lo mire furiosa.- gatas con las que sales.

Sin mas lo saque fuera de mi habitación, mientras podía escuchar como se reía. Me apresuré a cambiarme y a secarme el cabello. Decidí ponerme algo lindo y discreto.

Baje las escaleras y me encontré a mis padres hablando muy animados con Christian. Rode los ojos y fui hacia ellos.

-Ya nos podemos ir.- golpee su hombro con mi bolsa.

-Claro preciosa.- me miro sonriendo.- gusto hablar con ustedes señores.- dijo educadamente, mientras yo cerraba los ojos tratando de contenerme.

De mi casa fuimos a un banco a que el señor pudiera sacar dinero. Aun no tenía ni la mas mínima idea de a donde iríamos. Hablar con el me era demasiado incomodo, asi que en todo el camino preferí callarme.

Se estaciono en una joyería bastante elegante y cara por lo que pude ver. Quiso tomar mi mano para fingir, pero yo pase de largo y entre a la tienda.

-¿Qué es lo que buscan?- una señora muy amable nos había atendido.- Aretes, pulseras, collares.- sugirió con su grande sonrisa.

-Buscamos anillos de compromiso.- contestó el con su sonrisa de arrogante.

-Claro que si, síganme.- yo miraba todo con ojos de amor, había unas joyas simplemente preciosas.

Nos mostro diversos anillos de oro amarillo y blancos. Pero para mi gusto, estaban hermosos los de oro blanco.

-Estos me gustan.- señale unos que la señora había sacado hace unos instantes.

-Si, a mi también.- me apoyo Christian.- me los llevo.- decidió mientras sacaba el dinero para pagarlos.

-¿El de compromiso se lo pongo en una cajita o se lo va a poner de una ves a la señorita?- pregunto la canosa mujer indecisa.

Dudaba que este hombre pudiera hacer un espectáculo de esta forma. Mis pensamientos viajaron. Miré al hombre de mi lado y quede estupefacta cuando le pidió que se lo diera.

Puso atención en mi y me miro a los ojos.- No te lo he preguntado yo, asi que.- se arrodilló ante mi. Me tape la boca a causa de la sorpresa que en mi había.

-Jessica, ¿Te quieres casar conmigo?

Me quede quieta, tratando de aguantar la sorpresa que me embargaba. De un momento a otro, eramos el centro de atención. Toda la gente nos miraba maravillados y por ende, no sabia que responder. Debía de responder bien o dejarlo en ridículo.

Difícil decisión.

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