Matrimonio Obligado Sin Divorcio
Matrimonio Obligado Sin Divorcio
Por: Lu Fabiano
Capítulo 1. La noticia

Kaia se sentó en el sofá sin ningún decoro, después de escuchar lo que le dijeron sus padres, el día de mañana sería su boda con alguien del que no tenía conocimiento y desde luego que ya todo lo habían planeado sin siquiera avisarle. Regresando de sus vacaciones se encontró con esa noticia, pensando que se trataba de una broma.

Sus padres no le podían estar haciendo eso, y ¿qué tal si ella tuviera novio? No tenía ni voz, ni voto en su propia casa. Le dolía todo lo que le estaban haciendo. Ni siquiera todos sus ahorros llegaban a una mínima parte de lo que su padre debía. La empresa estaba en bancarrota, nada la podía salvar, solo Maximus Leonardi.

–Mamá, no estoy preparada para esto, sabes mi idea sobre el matrimonio. Nadie va a aguantar mi temperamento, seré devuelta en el primer pleito que se arme.

Se sentó derecha, alineando su postura al igual que lo que había dicho, ella no era para el matrimonio. Abigaíl, miraba a su hija y por dentro estaba sufriendo por ella. No supo de los problemas de su esposo hasta que ya fue demasiad tarde y ya no podía salvar a su hija de ese matrimonio.

– ¿Por qué piensas en eso hija? Dale una oportunidad a este matrimonio, tu padre ya no puede con tantas deudas y el préstamo que ha hecho Maximus, debe pagarse, aunque sea de este modo.

La cólera invadió los sentidos de Kaia, ella había disfrutado al máximo de esas espectaculares vacaciones sin saber lo que se estaba fraguando en su contra. Su padre la había engañado mandándola lejos para que no se enterara de su bajeza.

– ¿Y tú, papá, por qué me mandaste de vacaciones sabiendo todo esto? Me engañaste, me hiciste creer que era como cualquier otra vacación. Lo tenías todo bien planeado, pues ahora no puedo hacer nada.

Darío, no supo que contestarle a su hija, pues ella tenía toda la razón, Kaia era la única que se iba a poder casar con el hijo de Maximus, tampoco era que el chico tuviera otra opción. Ambos padres estaban haciendo un pacto que incluían a sus dos pequeños hijos sin sus aprobaciones.

–Ya todo está arreglado, no nos queda más que cumplir con este acuerdo.

Estaba sentada como si la hubiera alcanzado un rayo, se encontraba paralizada de la rabia que corría por sus venas. No sabía si reír o llorar de la impotencia.

–Todo lo hicieron a mis espaldas, soy solo un cheque al portador, con la que puedes pagar esa deuda. Mamá, no me dijiste nada cuando te pregunté cómo iban las cosas y con eso me refería a todo.

Abigail no había querido faltar a su palabra, le había prometido a su esposo que no le comentaría nada a su hija, porque no habría manera de que pagaran todo lo que debían a Maximus.

–No podemos retroceder, el compromiso ya ha sido divulgado y mañana es el gran día.

Las lágrimas brotaron de los ojos de Abigaíl sin ya poderlas detener. Pero eso no era suficiente para Kaia, no soportaba que la traicionaran. Su madre sabía las consecuencias.

–No lo creo, mamá, para mí será el peor de mi vida, seré la novia más infeliz del mundo y no me culpen si las cosas no les salen bien.

No sabía cómo la iban a tratar en la casa de esas personas, no les iba a servir de mucho, era una rebelde y no se dejaría pisotear de nadie. Sus padres sabían muy bien como era y nos los estaba amenazando.

–Dentro de poco llegará Maximus, sube a arreglarte, tu prometido vendrá a verte. No quiero que te vea en esas fachas, tienes numerosos vestidos designados para este encuentro, eres una chica hermosa, cualquiera de esos vestidos resaltará tu figura y de seguro quedará encantado.

Kaia miraba a su madre y veía el esfuerzo que estaba haciendo para detener las lágrimas, la conocía perfectamente, su madre no estaba de acuerdo con esa transacción, por así llamarla.

–Te llevarás bien con el hijo de Maximus, me ha dicho que es un buen muchacho, muy trabador y es el presidente del conglomerado.

A ella no le importaba nada de eso, quería seguir estudiando y graduarse alguna vez de lo que tanto le gustaba hacer. Su sueño lo estaban contando al obligarla a que se casara con un desconocido, que ni siquiera su padre había visto.

–Que fácil ha sido para ti, ¿No, papá?, entregas a tu única hija y tu empresa sale ganando, bravo, espero que juntes muchos millones y que te duren muchos años, para que nunca más tengas que volver a venderme.

El corazón de Darío se encogió antes las palabras de su hija, ni siquiera quiso discutir el asunto con ella, pues sabía que se negaría en rotundo y su palabra era su palabra, ya había firmado con Maximus y no había modo de retroceso.

–Hija, si hubiera podido conseguir el dinero, jamás te hubiera hecho pasar por esto, perdóname, por favor.

No aceptaba sus palabras, ella se había portado bien, aunque tenía un temperamento explosivo, se sabía controlar delante de sus padres. Había sido una buena hija.  

–Cuando salga mañana por esa puerta, será la última vez que me vean. Y ya no llores más, mamá, que no me he muerto todavía.

Kaia, estaba aceptando que se tendría que casar con el hijo de Maximus, ella en la vida jamás había escuchado de tales personas. Pero tendría que pagar la deuda de su padre.

Se levantó mecánicamente del sillón. Resignada subió a su alcoba, caminar hacía su habitación le costaba cada paso que daba. Se sentía como un pequeño ternero que sería llevado mañana al matadero.

No le iba a quedar de otra, se tendría que casar y esperaba que no fuera con un hombre viejo y gordo, no lo soportaría.

Entonces una idea se le cruzó por la cabeza, sus hermosos ojo se iluminaron, verían si ese estúpido prometido suyo se iba a querer casar con ella.

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