La noche transcurre entre risas, música lenta y miradas coquetas de Bastian. Hace mucho no me sentía tan bien cenando con alguien y había olvidado por completo esta sensación.
— Vaya desde adolescente, eras todo una casa nova —Bromeó y niega.
—Era un chiquillo inmaduro en ese entonces, luego madure, pero el compromiso y los noviazgos no llamaban mi atención, así que prefería mantener relaciones sin ataduras y eso para mis padres no era lo correcto.
—Yo digo que le tienes miedo a los compromisos —Tomo un sorbo de mi copa.
—Le temo al interés de las mujeres, la mayoría de las mujeres que se me acercaban solo buscaban mi dinero o la atención de los medios, algunas no eran realmente lo que esperaba.
—¿Y qué esperas en una mujer? —Pregunto curiosa.
—Ya no espero nada —Susurra con una sonrisa.
— ¿Por qué?
—Porque... —Su teléfono timbra interrumpiéndolo, lo saca mirando la pantalla —. Lo siento, es papá y no es de llamarme así.
—¿Bueno? — Guarda silencio unos segundos — ¿Debe ser ahora mism