Ilya se reclinó en su silla de cuero, las luces tenues de su despacho iluminando su figura imponente. La habitación estaba envuelta en un silencio tenso, solo interrumpido por el sonido de los papeles que se deslizaban por la mesa de roble oscuro. La misión había comenzado con promesas de pago inmediato y un contrato sólido, pero ahora, todo lo que tenía eran pistas vacías.
Revisó por tercera vez los documentos que había sobre la mesa. El contratante, un vampiro de un clan menor, había solicitado la eliminación de un rival, pero al parecer, había desaparecido sin dejar rastro. El pago, según lo acordado, debía haberse hecho mediante una transferencia directa a su cuenta, pero no solo no había llegado, sino que las conexiones bancarias estaban bloqueadas. Algo no cuadraba y su instinto de depredador le decía que estaba siendo manipulado.
Dejó los papeles y la laptop sobre la mesa y se pasó una mano por el rostro, sintiendo la tensión de una noche sin descanso. La información seguía inc