Cuando por fin me encontré sola en mi habitación, tome asiento sobre mi cama para razonar un par de minutos, tratando que mi cerebro y mi corazón volvieran en sí. Me consideró avergonzada, lo más extraño era lo que deseaba lo lo hiciera. Que él me viera semidesnuda solo confirmaba una cosa que me ponía los pelos de punta.¡No quería! ... ¡No queríamos comenzar a sentir nada por mi hermano!¡O al menos creo que aun puedo considerarlo mi hermano!- ¡Abigail! ¿Estás despierta? - Escuche la voz de mi madre del otro lado de la puerta.—Si mamá, espera un segundo— Aprecio a ponerme la ropa que ya había preparado, y abrí la puerta.- ¡Me sorprende mucho que ya estés despierta! —Se pasea alrededor de mi habitación, observando el desastre que hay— ¡Ángelo ha sido una buena influencia para ti!- ¿Ángelo se fue? - logro decir, al pronunciar su nombre se me hace un nudo en la garganta. ¿Cómo se encuentra después de la paliza que perdió?No, él está abajo. ¡Vamos a desayunar todos juntos, antes de
Deje de prestar atención a la conversación después de lo que escuche. No sé cuánto tiempo me quedará en estado de shock. La puerta de la oficina de Joseph se abrió, levante la vista un poco. Mi hermano y su amigo salían riendo y haciendo bromas.- ¿Aby? —Me mira sorprendido cuando nota que estoy sentada no muy lejos de su puerta. Alza su brazo izquierdo y observar el reloj de su muñeca. Tal vez este sorprendido porque llegue un poco antes de nuestra reunión, pero en realidad soy yo quien no puedo si quiera hablar. Su expresión de sorpresa cambia ligeramente, mira a su acompañante y sonríe.- ¿Así que ella, es la famosa Abigail Grosvenor? - exclama con gran emoción el sujeto frente a mí. Me levanto de mi asiento y camino hacia ellos un poco aturdida.—Ella es… la hija de mi madrastra— admite Joseph— ¡Aby y yo crecimos juntos!¿Por qué dijo hija de mi madrastra? ¡Soy tu hermana!- ¡Es todo un placer! - Dice su amigo y agrega— Mi nombre es Adam Klein.—Um ... es un placer Señor Klein— Lo
Me quedo mirándolo atónita. Contemple en su mirada un brillo intenso que refleja victoria. Un ardor emana de mis mejillas. No puedo contestarle.- ¿Niegas haberlo hecho? —Insiste mostrando una sonrisa en sus labios medio torcida. Sin dejar de mirarme. Parece impaciente.—N-no sé de que hablas — Instintivamente mis puños se cierran. Mis ojos se clavan en el piso del auto. Desearía no haber hecho tal cosa ¿Cómo lo sabe? ¿Estaba despierto?—Sabes perfectamente a que me refiero— dice en tono serio— ¡Estada despierto cuando me besaste!- ¿Qué? —Replico asombrada. Esforzándome para mantener la calma y la poca dignidad que me queda.- ¡Sí! —Afirma— Aun no lo puedo creer… te odio por eso.Mis músculos se entumecieron al instante y la sangre dejo de correr por mis venas. Sentí un frio aterrador en cuanto menciono que me odiaba. No quería esto, no quería que me despreciara más, de lo que ya había hecho antes. De saber que me diría algo así, jamás lo habríamos hecho.Yo bastante el cinturón de s
—¡Enfermera!— pronuncio el médico cirujano cuando Emilia se sobresaltó luego de ver el rostro de la paciente sobre la plancha de operaciones.Lo que veía, le parecía insólito, un sueño o quizás una pesadilla. En el rostro de la paciente miraba su propio rostro, pero era imposible. ¿Quien era ella?La enfermera en jefe la tomo del brazo y la saco de la sala de operaciones. No estaba en condiciones para ser la asistente del cirujano, sobre todo porque la paciente estaba en condición crítica, su ritmo cardiaco estaba descendiendo por debajo de lo normal, todo indicaba que moriría. El llanto del pequeño bebe que lloraba en el interior de la sala, la hizo regresar en sí. Se miró las manos, estas le temblaban, debido a la sorpresa de verse a sí misma, era extraño, pero lo más lógico que pudo pensar fue que tal vez tenía un ataque de pánico o ansiedad, después de todo ya llevaba doce horas en el hospital sin poder pegar el ojo. Seguramente estaba demasiado cansada como para poder imaginar co
Suspiro y comenzó a caminar hacia la sala de espera. Aquel médico de apellido Spencer, era conocido por ser bastante frío y cruel a la hora de dar un diagnóstico, ni siquiera se dignó a protestar la presencia de todo aquel gentío, sino que los ignoro hasta que llego a la sala de espera. Solo cuando él hizo acto de presencia, el esposo de la joven madre, alzo la vista hacia él. Emily no pudo contemplar su rostro, pero sí logro notar la expresión del joven padre. —¿Sucede algo, doctor?— cuestiono el hombre con una voz bastante gruesa y varonil, justo el tono indicado para derretir las bragas de una mujer con un susurro. El médico asintió con la cabeza, algo decepcionado, pero Emily no pudo ver si lo hacía por haber perdido a la paciente o simplemente por ser él, quien le diera la mala noticia de su esposa, era lo más obvio. —Su esposa tenía un mal congénito— intento explicar el médico cirujano— creemos que ella no sabia nada al respecto a su expediente médico, nunca menciono que tuvie
—La paciente era igual a mí, si no es que era mi gemela perdida— expreso Emily y entonces sus palabras le cayeron como un balde de agua helada sobre todo el cuerpo. —¿Cómo que tu gemela?— cuestiono Hilda, pero Emily ya no respondió, en vez de eso se levantó y camino fuera del puesto de enfermeras para dirigirse hacia el área de vestidores del personal del hospital. Necesitaba hacer un par de preguntas, sobre todo a su madre y su teléfono estaba guardado en su casillero.—Mamá— expresó Emily cuando su madre tomo la llamada. —¿Pasa algo, hija?— respondió con voz adormilada, eran las doce de la noche—¿Por qué llamas a esta hora? Emily se quedó en silencio meditando lo que pretendía decirle, quizás se estaba precipitando al llamarle a su madre, pero necesitaba saber algo o de lo contrario dejaría escapar la oportunidad. —Mamá, voy a hacerte una pregunta y necesito que me respondas con la verdad—le advirtió, esperando que eso fuese suficiente para que su mamá se sincerara con ella. —¿Q
Cuando finalmente termino de cambiarse, se fue del área de vestidores, sin olvidar dejar su ropa manchada en el área de lavandería. Lo que le agradaba de aquel hospital era que la administración les brindaba muchas facilidades, como por ejemplo varias mudas de uniformes, ademas de servicio de lavandería donde ellos se encargaban de lavar, planchar y doblar sus uniformes, para cada jordana laboral, pero Emily no se encontraba del todo bien como para poder terminar con su turno. Estaba demasiado confundida como para poder atender a sus pacientes con eficiencia, pero ya que solo faltaban seis horas más para terminar, decidió ponerse manos a la obra y terminar lo antes posible para poder descansar de aquella extraña experiencia. Las siguientes dos horas, paso de habitación en habitación, para verificar el estado de sus pacientes, realizar seguimientos y también para administrar medicamentos al pie de la letra, tal y como el médico indicaba para cada persona. Cuando termino, fue al área
Curiosa, por saber como y donde estaba el hijo de aquella mujer se acercó al vidrio que separaba la otra sala y ahí, en uno de los cuneros decía el apellido "Lennox" era tan pequeño e indefenso, pero el destino había decidido dejarlo sin su madre ¿Por qué? Luego de un minuto se dio la vuelta con el fin de poder irse para que aquella extraña aventura terminara, pero justo detrás de ella se encontraba un hombre quien la miro con asombro al verla.El señor Lennox era bastante atractivo, de ojos verdes y facciones marcadas, de cabello castaño y bien peinado. El aroma de su perfume era una bomba de hormonas creada justamente para atraer la atención femenina, pero Emily no se paralizó por ello, sino porque en uno de sus bolsillos llevaba el cabello de su esposa fallecida, porque tenía la loca idea de que tal vez ambas podían compartir algo más que solo el rostro. —¡Mila!— pronuncio el hombre sumamente sorprendido, así que sin pensarlo, se abalanzó sobre Emily y la tomo por el brazo con cie