En Paris

Rossellini, viajaría en primera clase de Roma a Paris, su primo viajaría con él, ya tenían la reserva del hotel, su visita privada al museo era algo que esperaba desde hace muchísimo tiempo, por su trabajo y ocupaciones no podía ir tan seguido a museos o cualquier cosa por el estilo.

Al entrar al hotel, miro que tenía muchos mensajes de sus padres, al parecer querían hablar de la boda con Vera, en verdad ese tema era fastidioso, Vera en ese momento se encontraba en Nueva York.

El hombre y la gente que lo acompañaba salió con dirección a la lujosa sucursal de sus autos, iba completamente serio, esa ciudad le traía recuerdos de una mujer, una mujer que había visto tiempo atrás, sacudió la cabeza en señal de querer sacar ese recuerdo y continuo con las actividades que tenía que hacer.

Cuando entraron a la sucursal los automóviles se encontraban completamente ya armados, se veían imponente, algunos vendedores ya se encontraban en el lugar, el gerente y un planificador le estaban informando todos los detalles, su abuelo un hombre mayor y muy visionario en los negocios le había dado todo el poder para hacerse cargo de los negocios, su padre el hijo del señor Rosellini no se dedicaba al negocio familiar en esos momentos, por el contrario ambos hombres ya se encontraban retirados, o mejor dicho uno semi retirado y otro retirado.

La concesionaria de Paris sería la segunda más grande Europa, y una de las más elegantes del continente, la primera se encontraba en Roma, su abuelo era originario de ese lugar, dio el visto bueno y miro que todo se encontraba a su disposición y gusto.

Algunas de las empleadas miraban a Enzo con un poco de miedo, decían que el carácter de Rosellini no era el mejor, además de que no era tan atractivo como su primo Mario, pero había algo en él hombre que hacía que muchas mujeres se sintieran atraídas por este.

Mario miraba a su primo a lo lejos, siempre se encontraba a la sombra de él, desde niños, su madre hermana del padre de Enzo, se había casado con un americano pobre, o eso le había dicho su abuelo, cuando se dieron cuenta la mujer se encontraba embarazada y el hombre había huido al ver que la joven no iba a tener tanto dinero, o que no le iban a dar el poder que este quería o el dinero para sus extravagancias, desde ese momento su madre lo había dejado al cuidado de sus padres, y salido con diversos hombres, solo la miraba los fines de semana, ella como siempre gastando el dinero de su familia, en viajes, comidas, joyas, hombres y alcohol, es más no había estado presente en el funeral de su abuela, la madre de ella, eso nunca se lo perdonó.

Miraba a Enzo y sentía un profundo odio, resentimiento y envidia contra su primo, sus padres lo querían, su abuelo lo había dejado a cargo de los negocios, ¿Qué le había dejado cargo a él?, solamente una gerencia, solo eso, había visto el testamento de su abuelo, o mejor dicho su abuelo ya había heredado en vida, a su tío y primo, ellos se quedarían con la mayor parte de las acciones, con el sesenta por ciento, su madre y él con el treinta, los accionistas minoritarios con el diez, por eso nunca eran tomas en cuenta sus decisiones y mucho menos sus propuestas, su primo decía que no, a lo cual su padre y abuelo se encontraban de acuerdo; tenía que fingir, y lo hacía muy bien.

Enzo por su parte se encontraba concentrado en todo, sabía los planes que tenía su familia para él, casarlo con Vera, su familia y la de ella tenían un acuerdo si bien fingían que eran novios era para mantener a ambas familias contentas, la mujer era su mejor amiga, ambos se habían confiado tantas cosas, demasiadas.

Era inteligente, varonil, era un playboy y le encantaba su soltería, si se casaría era por la presión, pero Vera y él tenían un acuerdo, así que no se iba a preocupar por lo que llegara a suceder, él iba a continuar con su vida.

Miro su celular, y eran mensajes de su secretaria, unos de Vera y otros de sus padres, quería que todo eso terminara pronto, la fiesta de inauguración sería por la noche, era algo exclusivo, pero bien seleccionados invitados, era la alta sociedad de Paris.

Enzo, salió un momento, respondió cada uno de los mensajes, miro unos documentos, busco unos contactos, quería ir a comer a un lugar en particular, era un restaurante sencillo, muy sencillo para su estatus social, hablo e hizo la reserva, no le aviso a nadie, ni siquiera a su primo, en ocasiones iban juntos a ese restaurante, pero en la mayoría asistía solo, le encantaba era muy tradicional, privado y delicioso.

Tenía meses que no asistía, así como tenía meses que no se encontraba en Paris, pidió un transporte privado, y se dirigió al restaurante, al llegar miro que había una pequeña cola, al llegar al tener una reserva lo atendieron de manera inmediata, ordeno una sopa de cebolla y un filete de ternera al romero.

El hombre miraba el restaurante y sentía una nostalgia, así que decidió preguntar por una persona que trabajaba ahí, esperaba que lo siguiera haciendo.

—Loius,ven por favor — hablo Enzo con amabilidad — ¿aun trabaja aquí, una chica que se llama Marie? — pregunto mirando al capitán de meseros.

El hombre puso una expresión triste —Marie, murió hace dos días, dejo de trabajar aquí, pero siguió en contacto con algunos de nosotros, fue muy triste, era muy joven, señor — el hombre respondió — discúlpeme por favor, tengo que atender a esos comensales.

Enzo sintió como si un balde de agua fría cayera sobre, la joven Marie se encontraba muerte, ella tan alegre y joven; termino su comida, y salió del restaurante, tenía que regresar a trabajar, quizás así el mal trago se fuera más rápido.

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