Dexter
Salgo de la tienda preparado, luzco mi traje de inspiración militar. Llevo un abrigo cruzado de color azul marino oscuro con detalles dorados en los botones, las charreteras y los puños. El abrigo tiene un cuello alto y es entallado. Sobre este, llevo una larga capa carmesí. Una ancha banda carmesí está colocada diagonalmente sobre mi pecho. Debajo del abrigo, llevo un chaleco y unos calzones de color crema. Mis botas negras hasta la rodilla y un cinturón con una hebilla decorativa visible en mi cintura. Todo hecho por las mejores costureras de nuestro clan Cappa. Levanto mi vista y la comitiva está igual de bien preparada, daremos un buen espectáculo. —¿Preparado pareja?— bufa mi mejor amigo Derek Sandvik, nuestro posible futuro Beta. —Cállate hermano. Mejor fila y a por nuestra futura Alfa. Todos ríen y iniciamos nuestro ingreso a la aldea principal de la tribu occidental. Llegamos en nuestros caballos cuando las enormes puertas de madera talladas se abren y cruzamos el puente de piedra sobre el foso que rodea la aldea. Todos los lobos nos reciben entre vítores y movimientos de trigo, gran bienvenida, es una bella aldea con casas de piedra y en la plaza central la estatua enorme de ella nuestra madre Alfa, la salvadora de nuestra especie. O así la llaman en especial la tribu occidental. […] Después de cuatro ciclos lunares al finalizar la gran guerra, las tribus padecían escases además de que la falta de intercambio de bienes que no se podían generar en cada tierra afectaba. Así que oraciones hechas en las tribus implorando una oportunidad se hicieron mas constantes. Además de que nuestro mayor castigo era que ninguna de las tribus tenía un Alfa, somos hombres lobos nos caracterizamos por ser una manada. Sin el mandato de un Alfa en las tribus estábamos desconectados de la diosa y su abrigo protector. Pero la diosa escucho nuestras súplicas y al inicio del primer cambio de fase cuando la nieve se derritió el cielo se cubrió de un color rosa intenso acompañado de nubes púrpura y nuestra diosa se tiñó de un plateado intenso, dando el comunicado de que las tribus debían reunirse en el centro de Pangea sobre el brazo central del rio Kal. Así dos días después cuando los pocos habitantes de cada tribu se encontraron a cada orilla del rio, de las aguas surgió ella Rania D’Alyari con un pequeño niño de su mano. Dando inicio a una nueva era para nuestra raza. La era de la Tribulación […] Las puertas del castillo Alfa se abren para darnos ingreso así que encabezó mi comitiva de catorce lobos de nuestros cuatro clanes. Evidentemente sigo las formalidades y después de que mis lobos ceden en la mitad de aquel enorme salón, camino frente al Alfa actual de la tribu de occidente Kanay D’Alyari. Presentándome, aunque hay algo que me inquieta y me molesta, el hecho de no poder tener un vínculo por ser obligado a llevar este destino. Pero entonces mi mirada se tropieza con la de ella asustándose, luego en ese instante nos acariciamos y disfrutamos por medio de ella, posiblemente es la sensación más envolvente que hayamos experimentado. Raksha está inquieto evidentemente quiere conocer a la majestuosa loba Alfa que está dentro de esa pequeña y menuda pero excitante y poderosa mujer, así que le doy el permiso de tomar el control. Ella se ve segura cuando mira fijamente a Raksha, pero como una pila de naipes todo comienza a caer ya que su loba no aparece, a pesar de la aceptación de su parte del vínculo mental. Así que Raksha se molesta y regresándome el poder frustrado retrocede. —¿Qué sucede? — le pregunto por nuestra conexión. —Pregúntale tu, a la mocosa que está fingiendo ser nuestra pareja— gruñe dejándome solo en esto. Así que regreso mi vista a ella, que se ve paralizada, miro a los miembros de su clan y a mi comitiva confundido, pero aquello se convierte en frustración para transformarse en ira. —¿Qué es esto, una broma? Esta mujer es una sustituta de la princesa— gruño encolerizándome — EXIJO VER A MI ALFA! La mujer se pone roja, entonces lo detallo había estado tan fascinado en el encuentro que no lo había notado, ella no tiene el cabello blanco, aunque sus ojos son amatistas. El cabello blanco es de las principales características de los herederos Alfas D’Alyari. ¿Por qué ella no lo tiene? —¿Qué quieres decir con sustituta? — ella camina hacia mi quedando frente a frente— Yo soy Dannan D’Alyari. TU ALFA. No lo puedo negar aunque ella es bajita su aura se apodera de mi, lo siento, pero estoy muy confundido. —Exijo ver tu marca, si eres mi Alfa, debes tener la marca.— inquieto, se que la marca de Alfa destinada no se puede manipular. Ella me mira con los ojos muy abiertos y haciendo una mueca de desdén levanta su mano y me abofetea con gran fuerza. —Soy tu Alfa y pareja como se te ocurre que vaya mostrando mi marca, que descarado. Acaricie mi mejilla mientras ella se giraba y salía envuelta en sombras de rabia del gran salón. Ya lo he dicho esto es una maldición. Dannan Abro las puertas de mi habitación con una patada y ingreso tirándome en mi cama, mientras las maderas quedan danzando en un vaivén. M****a* maldito imbécil Ahogo mi grito en una de mis almohadas, de plumas. —Dannan niña por favor cálmate— Doris llega a mi lado para intentar tranquilizarme. —¿Cómo quieres que me calme? Si ese idiota, me humilló, frente a toda la comitiva y todos los líderes…AHH… —Por la diosa Dannan, pero no era para que lo abofetearas, creo que los dos se humillaron inútilmente. Bufo con fuerza, estoy muy molesta el idiota se atrevió a decir que era una sustituta, una don nadie. ¿Cómo se atreve? —Quiero estar sola Doris, por favor. Ella asiente consintiendo mi hombro y sin decir palabras sale de la habitación, cerrando las puertas en el proceso. Suelto otro grito en la almohada acompañado de algunos puños. Tomando aire suelto mi cabello del maldito recoveco que me hice para verme disque bonita, luego suelto los cordones de mi maldito vestido pesado y cubierto. ¿Cómo se atreve? Nunca dejo ver mi marca Alfa. Dejo caer las telas y quedo solo en mi camisón de tires interior, y viéndome en mi espejo tocó la marca que está sobre mi pecho derecho intrincada debajo de mi clavícula. Es un ciclo creciente de nuestra diosa, suelto un suspiro de frustración y tomando mi sobre bata camino hasta mi balcón. Pero esa sensación que me quema, la que acababa de experimentar en el salón regresa golpeándome con fuerza, cuando lo veo caminar junto a mi padre por el jardín interior del castillo hacia la ala este, donde se quedará la comitiva está noche. El levanta su rostro y nuestras miradas se vuelven a encontrar y es como si me pudiera tocar, acariciarme, disfrutarme, así que mordiendo mi labio retrocedo, cayendo en mi cama. Miro nublado el techo de mi habitación, mis pestañas se mueven con velocidad de los parpadeos sagaces que intentan evadir lo que me consume. El tiempo se transforma y me veo subiendo el dobladillo de mi bata hasta mi abdomen y abriendo mis piernas, mi mano por voluntad propia se desliza hasta mi vagina acariciando mi clítoris con suavidad. ¿Qué me pasa? Pero el deseo es abrumador, así que abro los pliegues de mi feminidad guiando uno de mis dedos al interior sin cruzar el límite, y cierro mis ojos, mientras con mi otra mano acaricio mis senos duros y erectos. Lo imagino a el, ¿esto es el poder de la marca? ¿de estar destinada a que el me haga suya?. Y en mis gemidos lo llamo abrumada mientras el clímax se extiende por mi cuerpo tensado. Dexter…ah..ah… De repente el vínculo mental se abre y el me conecta y no puedo evitar correrme con gran intensidad. Mientras el queda paralizado y puedo sentir que su cuerpo también reacciona. ¡OYE! — grito mientras bloqueo el vínculo, y el rubor con el desastre en mi ropa interior me envían a darme un baño. —Todo esto es culpa tuya Laika. ¿OISTE?— gruñó. Está es mi maldición, una loba rebelde reencarnada.