Liz: Celes, vamos a acostarnos. No puedes estar en la ventana toda la noche. Vamos, por favor, confía en mí.Celeste: ¿Ocurre algo? No sé, me siento diferente. Es algo extraño. Trato de abrir la ventana, pero entra un ligero sabor amargo.-Liz: Vamos para el cuarto ya. Cierra la ventana, por favor. Tomo el control y nos vamos a acostar. Es algo extraño, pero no sabría qué es. Trato de comunicarme con mis lobitos, pero no hay respuesta. Deben ser ideas mías. Lo importante es que el cachorro esté bien.-Celeste: No tengo sueño. ¿Por qué nos acostamos?-Liz: Quiero escuchar música, Celes. Puedes buscar los audífonos y poner nuestra canción.-Celeste: Busco los audífonos y me pongo a ver los vídeos que hemos hecho en todo este tiempo. Lágrimas caen porque extraño a mis alfas. Ni cuando estábamos en la casa me sentía así. Es como una sensación de soledad. Me siento tan sola. Me siento mareada y con náuseas... ¡Oh, por Dios! Liz, estamos embarazadas.-Liz: Sí, Celes. Vamos a tener un cachor
Buzón de voz: Chicos, por favor, ¿qué pasa? Ya les he mandado miles de mensajes, notas de voz, videos... No sé qué hacer. Nadie me contesta. No me puedo comunicar con mis amigos. Estoy sola. Maldita sea, estoy perdiendo la poca cordura que me queda. He tratado de comunicarme con ustedes todo este tiempo para que griten, ¡para nada! Me mintieron, me abandonaron. Los vi, los vi... Maldita sea, los vi. Dije en llanto. Están con sus lunas, con sus malditas lunas.-Un grito ahogado en lágrimas: Me duele el vientre. He tenido fiebre. Tengo un bebé en mi vientre. Duele, duele que no estén. Todo lo hicieron a propósito. Les he hecho más de 1.000 llamadas, y todas al buzón de voz. Sé que deben tener miles de SMS míos, pero no me importa ya. Me desecharon aquí en esta maldita isla.-Saben, este era un bonito recuerdo, nuestra isla, nuestro sueño. Pero no, todo era una maldita mentira. Grité desesperada. Me duele mucho la cabeza. No hay suficiente agua. Los odio, y juro, lo juro, maldita sea...
Ana:—Cariño a levantarse,—¡No soy tu cariño perra!— gruño Sam—Bueno levántate que hoy nos toca conferencia, y si no lo haces terminaré lo que comencé con tu pequeña e indefensa zorra— interrumpió Ana Sam:Rey quería salir pero no podía, me comunico con él pero no me puedo transformar. Estas zorras piensan que nos quitaron a nuestros lobos pero nadie se mete con la luna, además nuestros lobos son fuertes ellos regresaron a los días que llegamos aquí. Me puedo comunicar con mis hermanos pero estás zorras no lo saben, tenemos que estar así ¡Maldita sea! somos fuertes gracias también a nuestra Florecita, que nos da el impulso de seguir, pero se que mi florecita está mal y me odio por no poder hacer nada, Daysi:—¿Ya te vestiste? O quiere que te ayude amorcito, —No me toques Daysi— gruño Erik —Eres una zorra, aprovechada, ¿que le hicistes a Celeste? sabes que si le hicistes algo todo se irá a la mierda, la única razón porque no te mato es porque la tienes no sé dónde maldita perra— —Ay
Tiempo después, Cristopher: Aún no lo puedo creer, mi pequeña, mi niña, mi vida. Juro que me las pagarán. Siento como mis garras van saliendo al escuchar lo que la luna Liliana le decía a Ricardo.-Al principio estábamos felices, mi pequeña Celeste. Celeste, su madre quería que la llamáramos así. Fue tan valiente. Lágrimas salían. Nuestra pequeña era la sirvienta de la casa de los alfas Lunadeplata. Estaba ahí, siempre estuvo ahí. Nos dijo que ella es bondadosa y amable, ella y su nana. La cuidaron. Ella ha estado sola ya que su nana murió. Ella sufrió demasiado.-También nos contó que Celeste es la compañera de sus hijos... ¿Cómo los tres son sus parejas? Dije yo. Gruñí porque para mí es mi pequeña. A pesar de que no la he visto, quiero cuidarla. Porque sé que ellos ya tienen sus parejas elegidas. No quiero que mi bebé salga lastimada.-Liliana: -Ellos la llevaron de vacaciones para una isla-. Saben, ellos desde pequeños han cuidado a Celeste. Han estado para ella. Mi esposo y mi per
Alex estaba sentado en la sala con Bert, aún no podía entender cómo había pasado todo esto. Las chicas no podían ver esos vídeos, estaban muy asustadas por su amiga. Habían tratado de llamarla, pero su móvil estaba apagado.—Debemos encontrar la forma de salir —dijo Bert—. Esta manada ya no la siento como si fuera nuestra casa. Hay que rescatar a Celeste.Los trillizos habían encontrado la forma de comunicarse con Alex, y no fue para dar buenas noticias. Estaban muertos en vida, querían demasiado a Celeste, pero estaban atrapados por la bruja Tatiana.—Esas malditas supieron dónde atacar —dijo Bert—. Ellas sabían muy bien que no iban a poder con los alfas hasta que vieron su debilidad: Celeste.—¿El consejo no sabe nada de lo que está pasando con ellos? —exclamó Bert.—No —respondió Alex—. Pero hay alguien que debe saber: David. Ese maldito las va a pagar. Créeme, los trillizos no lo dejarán vivir.Alan les había dicho que hicieran lo posible por salvar a Celeste, que no les ordenaba,
Hay que ir a buscarla -dijo Cristopher-. La vamos a cuidar y proteger. Nos vamos a encargar de que esté a salvo.-¿Y qué le vamos a decir de sus compañeros? -preguntó Bert.-La verdad -respondió Odalis-. Ellos no pudieron protegerla. Prefirieron estar con esas zorras.-Las cosas no son así -exclamó Alex-. Ellos la aman, pero hay que esperar a que piense Celeste. Es su decisión si estar con ellos o no. Pero la tenemos que mantener alejada de aquí.-Ella es la luna de esta manada -dijo Bert.-Pero hay que hacer lo que los alfas nos dijeron -respondió Anaís-. Ella tiene que pensar que la dejaron para que no venga. Ya no es la luna de esta manada aquí ya tomaron una decisión.-Yo, como parte del consejo, estaré al tanto de todo -dijo Ricardo-. Pero ellos no pueden saber nada de Celeste, ni dónde estará. Ustedes deciden si quieren quedarse o ir con nosotros a New York, a la manada más increíble, donde las luces nunca se apagan. ¿Qué me dicen?-Iremos todos -respondió Anaís-. Todos iremos c
Sentados en la oficina, recordando todo lo que ocurrió aquel día, fue el último día que supimos de nuestra vida. Lo único que me deja con la duda es que no sé si Alex o Bert pudieron encontrarla. Lo que nos mantiene aún aquí es que las muy malditas nos dijeron que la tienen secuestrada aún. No sabemos nada de los chicos, y si está con ellos me tranquiliza por una parte porque tal vez nos odie, pero está bien, aunque sufre todos los malditos días. Ojalá ella nos pudiera sentir, así ella supiera cuánto la amamos.—Hablo Alan—. Al ver a mi gatica sufrir así, estar tan desesperada, quería levantarme a partir la portátil en la cabeza de estas malditas que le hicieron esto. Pero lo único que logré fue arrancarle los pelos a Daysi. Sé que no tengo la misma fuerza, pero con pensar en mi gatica, me dio la fuerza necesaria. La hubiera matado, pero llegó la maldita bruja. -Dijo Erik- —Ella nos odia —dijo Sam—, ella me odia. Ver cómo lloraba y gritaba de dolor. Los primeros días, ella veía a las
—Buenos días, Alfas —dijo David—. Tiempo sin saber de ustedes. ¿Cómo están mis nietas?—Alfa —dijo Alan—, sabes lo que pasa cuando le quitan el pie de la cabeza a un lobo.—O cuando tocan a una mate a una destinada por la luna —añadió Erik.Moisés intervino.—Yo sí sé. El que toca a la mate, un compañero debe morir.—Qué observador eres, Alfa —dijo Sam—. ¿Sabes qué dijo su nieta, David?—Bueno, para ser más específico —dijo David—, Sofía dijo: "No me pueden tocar. Creen que pueden venir a amenazarme". Gruñí. "Ustedes no tienen ni a sus lobos. ¿Qué creen que hacen?". Además, Sofía es una desobediente. No le crean a ella nada. Nosotros no tenemos nada que ver con su compañera. Además, respeten a mis nietas. Ellas son las lunas de la manada Luna de Plata.Sam se acercó al hombre desesperado.—Shhhhh —dijo—. ¿Quién dijo que no tenemos la fuerza?David se transformó, pero los trillizos ya le habían clavado una daga de plata.—Quieres ver tu garganta —dijo Erik—. Pero sería demasiado fácil