No sé por qué estaba más impactada, por lo que había en ese lugar, o por la sola idea de que él tuviera ese tipo de prácticas de forma clandestina. No me quedé para que me lo explicara, así como tampoco esperaría a que lo hiciera; sin embargo, siento que he descubierto algo escabroso en la vida del director que pretende despedirme.
Hacía mucho no dormía y en parte creo que fue por el exceso de adrenalina que derroché y que me dejó exhausta. Sí tenía alguna duda de que en efecto fuera él, luego que salí corriendo bajó por supuesto a buscarme. Es bueno que hubiera un solo ascensor, así que lo hizo por las escaleras y a pesar de como se ve parece que tiene una buena condición física, porque llegó a la recepción casi al tiempo que yo. Fue difícil escabullirme; se sintió como si estuviera escapando de un asesino, pero lo logré.
Debió ser por todo eso que terminé agotada y sin ganas de pensar en nada más, y cuando llegué y me fui a la cama me quedé fundida. Lo cierto es qu
Quisiera sentirme mal porque de alguna manera lo he chantajeado; pero lejos de sentirme así, es lo contrario, experimento una especie de sensación de poder que me hace sentir como nunca en mi vida. Antes de Adrian si las había, porque vivía en una clase de burbuja enamorada; no obstante, después de eso, no volvió a haber ninguna. Las ganas de experimentar alguna clase de felicidad se esfumaron. He estado enojada y amargada porque después de lo ocurrido, solo me obligan a participar como si lo único que desearan es verme lamerme las heridas; «pero se acabó», me digo recordando la cita al psicólogo de hoy, que para lo único que lo contrataron fue para meterme en la cabeza que tengo que alimentarme de la felicidad de los demás. Ahora no soy feliz como insinúa, pero sí de otra manera y es debido a mi osadía, porque he descubierto un secreto sucio del jefe. A hoy día no sé si eso se podría considerar así, quizás no, pero eso depende de qué lado de la balanza estás. Wallflower es una emp
Oliver━━※━━“¿Te agendo otro nuevo encuentro?”.Leo el mensaje de Bert, y lejos de emocionarme por responder, me encabrono. La noche fue un fracaso gracias a esa audaz chica que no supe ni como apareció allí. Rememoro el encuentro de hace un rato y no sé por qué me siento estúpido. Allegra Wills no es cualquier persona, su familia tiene renombre en el mercado, y me pregunto por qué se empeña en quedarse aquí cuando claramente no lo quiero por el bien de ambos.¿Debería ser claro o más contundente?Alguien toca la puerta y largo un suspiro cuando de inmediato abre y entra sin que le autorice. Es James, luce bastante contento y me pregunto por qué. Es bueno desempeñando su trabajo, aunque por lo regular no está tan de buen humor. Es obvio que esa influencia es causada por la joven señorita ―entrometida―, Wills.―Acabo de enterarme, ¿en serio la dejaste quedar? ―pregunta resolviendo mi incógnita sobre su felicidad.―¿Vienes a decir algo interesante sobre trabajo? Si no es así vuelve a t
Nunca había estado tan feliz como lo estoy ahora, no sé si es por la osadía de enfrentar a mi nuevo jefe, o es porque he conseguido uno de mis propósitos para no seguir dependiendo de nadie, ni siquiera de mi padre. Sin embargo, la felicidad me dura poco cuando me recuerdo que tengo que asistir por obligación a la cita con el psicólogo. Largo un suspiro cada que veo que se acerca la hora. Pero nada que hacer, debo ir o terminarán argumentando que soy alguien inestable y todo mi esfuerzo se irá al carajo. Odio esas sesiones, y más que me pregunten si estoy bien cuando podrían adivinarlo. Creo que solo lo hacen como un cuestionamiento para que dude de mí misma y vuelva a retroceder. «No voy a hacerlo», decido, y tampoco dejaré que esto influya en mi vida. Retomo lo que me queda de trabajo y empiezo a guardar la información. La señora Sullivan fue muy amable en instruirme con lo que tenía más dificultad, y buscar al jefe esta vez, no fue tan complicado. Cuando me toca e
Debería salir corriendo, sin embargo, eso no ayudaría en nada porque mañana tendría que enfrentarlo de todos modos. Él pone el auto en marcha luego que me acomodo en el asiento de al lado. Apenas me mira de reojo con desconfianza y después se concentra en la vía. ―¿A dónde vamos? ―¿Ya cenó? ―pregunta como si no ocurriera nada. Muy astuto. Es él quien tiene la sartén por el mango ahora. ¡Diantres! Cómo vine a ser tan descuidada. ―Si me siguió, es obvio que sabe que no. ―¿No se le hace una situación familiar? ―comenta con un tono ganador en la voz. ―¿No me diga que estaba buscando una excusa para ahora si poder echarme? ―Digamos que tenía curiosidad, porque es probable que tenga a alguien inestable emocionalmente en mi empresa. ¿¡Qué!? ―Sí lo dice… ―No hablo de su reacción en la zona de cafetería ―me corta las palabras―, creo que una clínica de psiquiatría dice mucho de su salud mental.
¿Quieres entregarme tu voluntad? Mientras como, usando el tenedor porque me ha quedado grande el uso de los palillos, esa irreverente pregunta no deja de darme vueltas en la cabeza. Mi uso de los palillos es deprimente y la comida se me escapa. En cambio, su experticia en su uso es impecable. Mientras mi pensamiento vaga con preguntas insidiosas no puedo dejar de admirar sus manos de un color blanco pálido. Sus dedos son largos y finos, no como la mano de una chica, pero si de un chico delicado sin dejar de ser varoniles. «¿Querría hacer eso?», me formulo la pregunta a mí misma mientras no ceso de divagar con tonterías observando el grácil movimiento de sus manos. ―Adelante, haz tu pregunta. Su voz se alza sobre mis pensamientos, sobresaltándome, quizás me ha pillado expiándolo de más. Miro hacia otro lado para disimular y cuando me siento menos tensa, vuelvo a enfocarme en él. Ahora sé que sus ojos son de un color aceituna bastante a
Oliver ━━※━━ Algo que nunca había hecho antes, era tener conversaciones que implicara desnudar lo que tenía en mente para hacer con la chica en cuestión. No importa quien fuera, solo que estuviera dispuesta. El club al que asistía me proporcionaba eso. Seguridad y complicidad. No tenía por qué sentarme con la mujer para preguntarle si iba a dejarse hacer lo que quisiera de mí. Antes de ello, ya lo sabía, y solo era cuestión de dar rienda suelta. Sin embargo, eso acabó y se me hizo necesario volver a ser meticuloso. Entonces aparece Allegra y las cosas empiezan a tomar otro matiz. Pensé que lo odiaría, no me gusta salirme de la rutina; sin embargo, lo encuentro interesante. Ella me mira sin arredrarse, y no parece alguien que está loca, luce muy cuerda sobre todo para defender sus puntos, y lejos de cambiar de opinión me genera curiosidad su condición. De algún modo se siente como verse en un espejo que te muestra lo que quizá
―¿Estás bien? La voz grave y ronca de Oliver me causa un estremecimiento. ¿Qué había sucedido? No lo sé, pero se sintió tan extraño y diferente. Algo que no había experimentado antes. No, nunca me habría sometido a una locura como esta. Sentí angustia, dolor, pero también una excitación que me hacía erizar la piel. Ahora no dejo de pensar en ello y me encuentro sensible con el más mínimo contacto. No puedo hablar, tampoco ver. No puedo evitar temblar cuando le siento sobre la mesa. Él retira lo que metió en mi boca y luego descubre mis ojos. No pude ver nada, pero más que miedo por lo que pudiera hacer, tenía una gran expectación. Aprieto mis ojos antes de abrirlos y adaptarme a la luz, es bueno que sean bajas, me cuesta menos acomodar mi vista. Oliver está apoyado en sus rodillas mirándome. Levanta sus cejas con gesto interrogante, espera que responda, pero yo solo miro mi pecho y la sensación de una costra de cera dura sobre ellos, también e
Cuando nos volvamos a ver. No había entendido la frase, solo me había escandalizado por lo que me pidió. Aparte de una petición atrevida, también me resultaba absurda; pero supongo que hablaba de que me daría tiempo para meditar lo que había pasado. Debí haber recordado que su agenda estaría ocupada con reuniones hasta el jueves, además de un viaje programado de viernes a sábado y que estaría regresando a la oficina el lunes. No iré. No lo dijo a la ligera porque no quería asistir, se supone que ya estaban estipulado los compromisos de su agenda. Usted tiene mi agenda. Tiene razón, no obstante, después dijo que iría si yo hacía… aquello… ¡Diantres! Cada que recuerdo eso no puedo evitar que se me erice la piel. ―¿Parece que te estás acoplando muy bien? La señora Sullivan entra en la oficina exaltándome un poco por lo que estaba pensando, aunque lo he hecho a lo largo de la sema