La mansión Sonobe, una edificación suntuosa que combinaba el estilo clásico de los palacios medievales franceses con matices modernos, que sin duda, se podrían definir como sobre desarrollados para esta era, después de todo la familia Sonobe, tenía entre sus posesiones tecnología avanzada, prototipos diseñados únicamente para la disposición de los magnates.
Al ser los líderes principales de la industria de la tecnología, su dominio predominaba y excedía los estándares de esta área contra cada nación alrededor del mundo. Para el Empire Royal, la competencia se pulverizaba al siquiera pretender adentrarse al mundo ya conquistado por los Sonobe. Las imponentes rejas de oro, cedieron el paso al Mercedes-Benz descapotado de Gianluca, seguidamente de ser identificado con un mecanismo de escaneo holográfico que lo detectó como miembro de la familia. Acto siguiente, lo programó para que Adeline fuera reconocida como un integrante más. Al ingresar, un puñado de guardias se encontraba circundando la mansión. _ Es más sencillo así, si el sistema te detecta como familiar, esos hombres de negro no te estarán fastidiando. _ negando con la cabeza, palpó su anillo que contenía una esmeralda en forma de rombo que reubicó a los drones vigilantes hacia otras áreas de la mansión. Adeline observó con escrupulosidad el anillo de Gianluca, mirada que el joven captó enseguida. _ Joya familiar, cada uno de mis hermanos, posee un anillo como este, con distinta piedra preciosa pero su funcionalidad erradica en lo mismo. Controlan la vigilancia de diversos aparatos de la mansión y del Empire Royal, contienen GPS, emiten alertas de seguridad que dan aviso inmediato a nuestros hombres de confianza y además de que es nuestro ingreso a la empresa y a zonas confidenciales. _ levantando la mano, frunció los labios. _ Podríamos compartir uno. _ sonriendo lúdico, enarcó reiteradamente las cejas. En respuesta, la joven negó la cabeza, virando admiró el panorama del jardín principal. Un lago en forma rectangular recorría el centro del vergel, bordeado por flora exótica y arbustos pintorescos de tonos amarillentos y rojizos. Situada en otro punto del vergel, una cascada labrada en oro, con forma de lobo, arrojaba agua sobre esmeraldas, rubíes y zafiros que colmaban el vacío. Adeline contempló los ojos de diamante naranja del lobo dorado, bajando la cabeza, evocó una insignia ensangrentada con la misma efigie, siendo remojada por la lluvia al caer. Gianluca la extrajo del efímero trance al acariciar un mechón de su prolongada cabellera rubia. _ El lobo con ojos de fuego. Es una personificación de nuestro apellido, el lobo es simbolismo de lealtad, devoción, liderazgo, intuición y poder. Los diamantes naranjas que simulan ojos, son la representación de nuestra fuerza, carácter, valentía y honor. Cada casa perteneciente a las ocho familias posee una efigie con su piedra preciosa correspondiente. La de los Moriarty es un zorro labrado en diamante blanco con gemas fulgentes celestes. ¿Sabes cuál es su significado? _ mirándola de reojo curioso, ladeó la cabeza. Dándose la vuelta, la joven tomó el frasco de ansiolíticos del bolsillo de su gabán y vertió todos los que pudo en su boca. Selló sus ojos y sintió como hacían efecto inmediato en ella, apaciguando sus manos trémulas y su respiración acelerada. Replicó impasible, antes de que el hermano menor sospechara de lo voluble que podía ser su humor. _ El zorro con ojos de hielo. Es imparable, estratega, astuto y versátil. Adeline prosiguió su caminado eludiendo la mirada de Gianluca. _ Ese chico Lancaster, ¿pertenece a las ocho familias que mencionaste? En respuesta el menor de los Sonobe tensó la mandíbula y cerró los puños. _ Veo que Darius Lancaster captó tu atención. _ No es eso, el tono de la profesora era distinto cuando se refería a él. _ mirando a Gianluca, hundió el entrecejo. _ Es el hijo de los más influyentes médicos que existen en el mundo. Su familia es el auge de la investigación y avance de la medicina. _ enarcando una ceja, suspiró. _ Son los pioneros de diversos estudios contra enfermedades terminales que han salvado numerosas vidas y una de ellas fue el hijo de la profesora. Barry Laston de trece años de edad, quedó paralítico, sin probabilidades de volver a caminar, vaya que a los Lancaster les gusta jugar con las probabilidades, no solo las cambiaron, ahora el joven tiene una beca por ser un destacable deportista en su país natal. _ Puedo preguntar ¿por qué existe tanta rivalidad entre los Lancaster y los Sonobe? _ circundando arbustos forjados por excéntricas formas, palpó la cabeza de una gárgola ciclópea. _ El Hall, es un santuario, en el que se reúnen solo las ocho familias más influyentes y adineradas en todo el mundo y aun así, los Sonobe son los que empiezan la apertura de la ceremonia. Desde niños, nuestros padres nos criaron con la mentalidad de ser los número uno en el podio y los Lancaster siempre obtenían el segundo lugar. El dicho de mi padre era: “Que seas el primer lugar, no lo vuelve permanente, no cuando el segundo puede remontar”. La familia Lancaster tiene dos hijos varones y hemos estado en guerra desde entonces. _ tensando la mandíbula, desvió su mirada de Adeline hacia el panorama. Un laberinto de arbustos en forma de espiral encaminaban a varios bosques esculpidos por una especie de árbol dominante. Uno de los caminos daba al bosque de los sauces llorones rosados, otra de las salidas dirigía a uno formado por frondosos pinos y el tercer camino conducía a uno que contenía arce japonés palmeado azul, rojo y amarrillo, distribuidos al azar, recreando un paisaje excéntrico y fascinante salido de una fábula. _ Es impresionante. Adeline contempló maravillada los tres caminos que asemejaban ser portales mágicos. _ ¿Impresionante? _ Negando con la cabeza, ladeó una sonrisa. _ No es tan impresionante como esto. Palpando su anillo, una puerta dorada subterránea se elevó sobre el vergel. _ Primero las damas. _ haciendo una reverencia, se echó de hombros. La joven intercalaba la mirada de Gianluca a la puerta dorada envuelta en corteza y dalias azuladas. Suspirando, abrió la puerta adentrándose al lugar, seguida por Gianluca. El menor de los Sonobe sobó su anillo, encendiendo las luces alojadas sobre los escalones. Ambos empezaron a descender sobre los peldaños hasta llegar a un garaje pletórico de vehículos de última generación. Adeline abrió la boca sorprendida, contemplando prototipos de coches que ni siquiera habían salido aún al mercado. _ Este es el paraíso Adeline Strange. _ alzando las manos, señaló la interminable exhibición. _ ¿Les das uso a todos? _ acariciando la carrocería de un Audi R8 Spyder de color negro, sonrió. _ Es como cambiarse de ropa para mí. Sin embargo, el que estás tocando, es de mi hermano. Como verás, cada uno tiene su propio estilo, me gustan más los modelos deportivos y tonalidades llamativas, ese Audi no es para mí. _ caminando hacia ella, la contempló embozando una sonrisa fascinado. _ Eres preciosa. _ Te quedarás sin halagos si sigues derrochando de ese modo. _ dijo árida sin mirarlo. _ No lo creo, para ti tengo una lista infinita de todos ellos. _ acortando distancia, situó su mano sobre el coche, exigiendo que lo mirara. Sus ojos grisáceos se desviaron hasta plasmarse en la mirada embelesada de él. El móvil de Gianluca resonó, haciéndolo maldecir en voz baja. Extrayendo el teléfono de su chaqueta, arrugó el entrecejo al ver de quién se trataba. _ Es del Royal Empiere, tengo que ir a dejar unos papales de un convenio a la ciudad de Lyon. Regresaré rápido. Tea te dirigirá a la biblioteca, hay un apartado de tecnicismos legales que ayudará para nuestro caso. _ acariciando su anillo, otra puerta se abrió junta a una criada que aparentaba tener más de cincuenta años. _ Nos vemos pronto princesa. _ guiñando el ojo, tomó las llaves de un McLaren Senna de tono azul vibrante. Adentrándose al coche, aceleró a toda velocidad hasta perderse por una salida subterránea que tenía aspecto de laberinto. La joven soltó un hastío suspiro y prosiguió su caminado en compañía de la empleada doméstica. El interior de la mansión asemejaba ser de esos palacios que se encontraban en los cuentos de hadas que su padre le leía antes de irse a dormir. Candelabros al estilo victoriano, ventanales amplios, alfombras persas, ornamento lujoso, arte arcaico, persianas extravagantes y desmesuradas alas con distintas temáticas. Bajando la cabeza siguió en silencio a la señora que la conducía por unas amplias escaleras labradas en mármol. _ La mansión tiene numerosas áreas para pasar el tiempo, si gusta puedo dirigirla a la piscina y aguarda por el amo Gianluca ahí. _ pronunció con voz dulce embozando una sonrisa afable. _ Es usted muy amable, pero debo buscar alguna información en la biblioteca. _ replicó con el mismo gesto. _ Como usted desee. _ sonriendo la condujo por un pasillo y se detuvieron en la segunda puerta. _ Aquí sería joven, fue un placer atenderla. _ haciendo una reverencia, se alejó hasta desvanecerse entre aquellos infinitos pasadizos. Adeline tomó la manilla de la puerta pero justo en ese instante decidió no ingresar. Había sido aprisionada por una insólita melodía denotada del piano que provenía de la dirección contraria. Le resultaba familiar, como si fuera de ella. Aquella acústica envuelta en melancolía y aflicción la condujo hacia la tercera puerta de un pasadizo recóndito. La puerta entreabierta le permitió observar al responsable. Un joven, cuyas manos se desplazaban con destreza por las teclas del piano, creando una sincronía impoluta. Su cabello negro azabache se zarandeaba al compás de la música, absorto en las melodías despojadas al tocar. La sonata sombría con pinceladas desasosegadas, la sumergían en aquel torbellino de emociones que experimentaba al acariciar el arco sobre las cuerdas frontales del violín. La sensación familiar de la melodía, despertaba en ella recuerdos que se esmeraba por mantener cautivos bajo la superficie. Sintió un leve mareo que la hizo apoyarse en la manilla de la puerta, abriéndola por completo. Sus pies tropezaron con la alfombra persa del aposento, llevándose consigo una escultura iridiscente. El estruendo la extrajo de aquel estado absorto que la empezaba a envolver, alternando la vista de la espalda del hombre a los pedazos cristalinos desparramados sobre el tapiz. El hombre dejó de tocar, sus manos contiguas a las teclas, permanecieron aún sobre estas. De espaldas, dedujo quién era la inquilina que se escabulló en su aposento. _ Adeline. _ pronunció con entonación profunda y sinuosa. El modo en que enunció su nombre, la desestabilizó, su corazón latía desbocado, su figura permaneció inmóvil con la mirada aneja a él. _ ¿S- Sabes quién s-soy? _ preguntó con timidez, sintiéndose absurda por como sonó su voz. _ Todos saben quién eres Adeline, me parece que la formulación de tu pregunta fue errónea, yo tengo una mejor, ¿por qué oportunas mi aposento? _ moduló impasible, virando sobre sí. Adeline se ruborizó al presenciar como aquellos herméticos ojos dorados la contemplaban desde el suelo. _ E- Eso no r-responde mi p-pregunta ¿C-Cómo sabías que era y-yo? _ replicó intermitente. El joven ladeó la cabeza, mirándola con meticulosidad. _ Te observé merodeando por mis jardines desde la ventana. _ replicó contundente, agachándose a la misma altura que ella. _ Ahora es tu turno de responder. Aclarándose la garganta, se levantó torpemente. _ Iba a entrar a la biblioteca y te escuché, la melodía me resultó… _ ¿Familiar?_ interrumpiéndola, acabó la frase por ella. En respuesta, Adeline asintió. _ Eso es porque la sonata de hace un momento era la misma que tocaste hace tres noches en el Theatre des Varietes. _ haciendo una pausa, su mirada recorrió su figura hasta plasmarse en aquellos ojos grisáceos, como si quisiera grabar cada parte de ella en su mente. _ Memoricé las notas y las transcribí en partituras de piano pero por lo visto además de los entusiastas, tú tampoco te enteras de lo voluble que son tus composiciones. Cada uno de los shows que presentas, tocas piezas irrepetibles, es algo inherente, no una actuación. _ extrayendo el montículo de partituras del atril, las aproximó con actitud impertérrita a ella. La joven incrédula, leyó las notas sin comprender cómo aquel hombre parado justo al frente de ella, pudo descifrarla por párvulos detalles que resultarían ilusorios para el resto. _ Pareces solitaria y herida. _ murmulló abstraído en las tres noches que acontecieron posterior del show. Escabullido en las sombras, la escoltaba devoto hacia los lugares más recónditos y oscuros de Francia. Observándola desde lejos, intrigado por conocer más allá de la máscara con la que persuadía y maniobraba al público como títeres. La asechaba, examinaba cada uno de sus movimientos y visajes. La cuidaba mientras caminaba por horas hasta perderse en un bosque que llevaba al cementerio, la escuchaba romper en llanto ante dos lápidas de piedra, la vio desmoronarse bajo la lluvia, pero siempre, regresaba a casa con el mismo gesto vacío y gélido, sin importar lo cuán exhausta pudiera estar por caminar o por los demonios internos que parecían desesperados por rebasar la superficie, volvía al hábito de esconderse de sí misma. _ ¿Cómo puedes saberlo? No me conoces. _ Su actitud se tornó cautelosa y árida al escuchar aquellas palabras provenientes del hombre. Jean Pierre negó con la cabeza saliendo del trance. _ Algunas incógnitas no suelen clarificarse con una respuesta, solo se contestan observando. _ replicó impávido, desviando la mirada de ella a la escultura. _ Deseo una compensación a cambio de este agravio. _ dijo con sarcasmo, señalando la figura. Adeline miró desconcertada la figura del lobo iridiscente en pedazos. _ C-Claro ¿qué te parece un cheque? _ mordiéndose el labio inferior, la rojez incendió sus mejillas. _ ¿Dinero? No sé si no lo notaste Adeline, pero el dinero no es exactamente una necesidad por aquí. _ replicó irónico, negando con la cabeza. _ ¿Qué deseas? _ preguntó ella hundiendo el ceño, viendo cómo se colocaba un anillo igual al de Gianluca, solo que en vez de una esmeralda, era un rubí con forma de rombo. _ Lo sabrás, ahora tienes que marcharte. _ virando, tensó la mandíbula al sentir la vibración del anillo que indicaba el regreso de Gianluca a la mansión. _ No me has dicho tu nombre. _ murmuró curiosa, aun observando su espalda sin poder moverse. _ Jean Pierre Sonobe. _ replicó sin mirarla. Adeline asintió y empezó a enfilar apresurada fuera del aposento de Jean Pierre. Las zancadas se escuchaban cada vez más lejos de él, haciéndolo sellar sus ojos con frustración, sabiendo que mientras él la dejaba ir, ella caminaba de regreso con su hermano menor. Al estar tan absorta en su fuga, impactó contra un esculpido pecho. Su mirada se dirigió hacia arriba, entrelazando la vista con aquellos ojos que asemejaban esmeraldas. _ ¿De quién estamos escapando Adeline Strange? _ haciendo un aspaviento divertido, susurró. _ A ti te estaba buscando. _ evadiendo la pregunta, sonrió sin expresión. _ Me halagas. Siempre supe que mi presencia para ti era indispensable, aunque no lo aparentes. _ dijo con entonación dramática, situando su mano en el pecho. En respuesta, Adeline entornó los ojos. _ Andando, tenemos trabajo que hacer. Adentrándose a la biblioteca, Gianluca le seguía el paso embelesado. … La noche se avecinaba, los últimos rayos de sol, se colaban por los ventanales. El ocaso era contemplado por Adeline, reiteradamente, cuando sus recuerdos la abismaban en la presencia enigmática y sombría del hombre que conoció tan solo un par de horas. Suspirando, su mirada se reencontró con los ojos pícaros de Gianluca. _ Está hecho. Para ser un simple trabajo, vaya que consumió tiempo. _ frotándose los ojos, bostezó. _ Vete acostumbrando Adeline Strange, somos prisioneros de este jodido sistema educativo, nos privan de nuestra libertad, son un puñado de opresores. _ bufando, negó con la cabeza. _ Espero y no te importe por preguntar pero ¿por qué administración de empresas? Digo, no pareces poseer el carácter que se requiere o la disciplina mejor dicho. _ mirándolo impasible, entrelazó sus brazos. _ Lo poseo, pero no para formar parte del imperio que mis padres y ahora mi hermano mayor domina, quiero seguir siendo el rostro y líder de cada sitio célebre que ofrezca entretenimiento y para eso tengo que estudiar todas esas materias aburridas. _ resoplando, se echó de hombros. _ ¿Tú por qué la estudiaste? ¿Deseas forjar tu propio imperio? Adeline lo observó por un par de minutos y apunto de replicar, el móvil de Gianluca resonó por la estancia. Maldiciendo en voz baja al observar de quién se trataba, viró en dirección a Adeline. _ Tea, ha preparado deliciosos bocadillos para cenar. Me complacerías si te quedaras y luego te dejaré en el pent-house sana y salva. Espérame en el comedor, estaré contigo en un par de minutos. _ retrocediendo, contestó la llamada. Adeline tornó los ojos en réplica. Saliendo de la biblioteca, selló la puerta al salir, no sin antes escuchar la entonación furiosa de Gianluca vociferando al otro hombre tras el teléfono. Bajando las escaleras de espiral, Adeline se dirigía hacia la salida de la mansión. _ ¡Srta Strange, aguarde ¿No se quedará a cenar? Preparé bocadillos exquisitos especialmente para usted. Tea la interceptó en el camino, la joven indujo que posiblemente la criada iba a darles aviso sobre la cena ya servida. Adeline sin poder negarse ante la dulce mujer, asintió agradecida por el gesto. Siguiéndole el paso, se adentraron al comedor principal de la mansión, un salón cuyas paredes tapizadas de un rojo tinto, con pinceladas doradas, otorgaba un aire asiático y elegante a la estancia. Atavíos forjados en oro decoraban distintos sectores del lugar, no obstante, su atención se vio focalizada en el diamante forjado en oro naranjada que reflejaba su tonalidad iridiscente, al ser impactada contra la luz del candelabro de diamantes, en la inmensidad del techo, alojado como centro de mesa. La joven se percató de los tres platos con sus respectivas copas servidas en la mesa. Sus pensamientos sobre el hombre de la sonata la invadieron nuevamente. ¿Será él quién ocupará el tercer puesto de la mesa? Pensó distraída ante la incógnita, mientras unos ojos color avellana la contemplaban desde la distancia.