El callejón

Adeline presenció el acercamiento del hombre.

_ ¿Con quién tengo el placer?. _ Avanzando lentamente a ella, pronunció con una patente formalidad en su voz.

_ Adeline Strange. _ Respondió un tanto incómoda por como la miraba.

_ Srta. Strange, soy Jean Paul Sonobe. _ Se presentó, elevando su palma para que esta la estrechara.

Tal gesto fue aceptado por ella.

Sus manos entrelazadas se mantuvieron de ese modo por más tiempo del previsto, ya que él no se dignaba a dejarla ir.

Aquel encuentro fue interrumpido por el menor de los Sonobe, quien se adentraba al comedor.

_ Mira a quién tenemos aquí. Haz llegado justo a tiempo hermanito. _ Expresó Gianluca con recelo.

_ Conocía a tu nueva amiga. _ Respondió Jean Paul, ignorando lo dicho anteriormente por su hermano. _ Es bastante agradable. _ Dirigió nuevamente su atención a ella.

Adeline percibió un sentimiento de antipatía mutuo. Era evidente que los hermanos no se llevaban del todo bien.

El suceso presenciado por Gianluca hace un rato, no fue de su agrado. Haberlos visto juntos le fastidió. Por lo cual alejó a Adeline de su hermano mayor.

Una sonrisa ladeada se asomó en el rostro de Jean Paul ante la reacción de su hermano menor, ya que le parecía divertido el hecho de que él lo viera como una amenaza.

Este se encaminó con paso preciso en dirección a ellos, para luego tomar asiento.

Gran variedad de comida se hallaba en la mesa. Permitiendo tener opciones a escoger.

Lo cual a ella le pareció absurdo, solo tres personas comerían. Y juzgando por la cantidad, había tanta como para poder alimentar a todo un ejército.

_ Y dígame Srta. Strange ¿De dónde viene?. _ Manifestó, alzando su copa para así poder beber de esta.

_ De Inglaterra. _ Respondió ella, cortando un trozo de filete.

_ Una británica, interesante. _ Expresó inclinándose, en muestra de interés. _ ¿Y a qué ha venido a esta casa?. _ Soltó inesperadamente.

A lo cual Gianluca apretando los puños, abrió la boca dispuesto a responder por esta.

Pero fue interrumpido...

_ Agradézcale a su hermano, su preocupación por hacer los deberes, fue el verdadero motivo por el cual ahora estoy reunida ante ustedes. _ Expresó Adeline, tomando de su copa.

El tono sarcástico con el que había pronunciado aquellas palabras, provocaron que el menor de los Sonobe sonriera. Le parecía encantador lo retadora que ella podía llegar a ser.

_ Bueno, cómo sabe, mi hermano suele traer a todas sus conquistas a esta casa, no me sorprendería que usted también fuera una de esas. _ Dijo Jean Paul con tono mordaz.

Ambos hermanos sabían que tal afirmación no era cierta pero por alguna extraña razón el mayor de los Sonobe quería causar conflicto.

_ Entonces insinúa que me acuesto con su hermano menor. _ Formuló ella, atrapando una verdura con su tenedor. _ Pues como verá mis intenciones con él no involucran ningún tipo de encuentros sin ropa, así que no debería de preocuparse. _ Concluyó, masticando un trozo de zanahoria.

_ ¿Qué hay del dinero?. _ ¿Acaso eso sí está entre las intenciones que tiene con él?. _ Espetó con aspereza, dirigiendo sus ojos avellana hacia ella.

Adeline se levantó molesta de su asiento. No toleraba que le hablaran con esa actitud de altivez.

_ Antes de juzgar a las personas, debería hacer al menos un intento por conocerlas. _ Expresó despectivamente, marchándose del salón.

Gianluca había intentado de intervenir en la discusión pero ambos lo interrumpían cada vez que pronunciaba alguna palabra.

_ Esto no se ha acabado._ Vociferó el menor de los Sonobe, golpeando la mesa para luego salir tras ella.

Jean Paul maldiciendo en voz baja, se levantó.

...

La gélida brisa de la noche, estremecía su cuerpo. A pesar de estar lo suficientemente cubierta, no le era suficiente. Por lo cual recurrió a encontrar cobijo entre sus brazos. Abrazándose a si misma siguió su camino.

Al estar tan inmersa en su enojo, se había perdido.

Su único objetivo era salir de la mansión Sonobe, solo que después de ejecutar lo determinado, se le olvidó que rumbo tomó para estar en la dirección en la que se encontraba ahora.

El miedo se asentó en ella como el frío, debido a un callejón por el cual pasaba. Malos recuerdos le traía aquel sitio. La desolación y la falta de iluminación le causaban temor, así que aceleró el paso para poder salir de allí.

Un brazo la sujetó con fuerza, impidiéndole avanzar.

_ ¿Estás perdida linda?. _ Dijo divertido ante la reacción asustadiza de Adeline.

Un conjunto de hombres emergieron de la oscuridad. Sus atuendos rasgados, emanaban un desagradable aroma.

_ Exijo que me sueltes. _ Gritó con temor, forcejeando con el hombre.

_ Que inquieta eres, nos divertiremos mucho esta noche caballeros. _ Anunció, alzando su brazo, en modo triunfante.

A lo cual ella le propinó un golpe con su otra mano libre.

Debido al impacto que tuvo, el hombre la soltó.

Su única oportunidad para escapar se esfumó, cuando un hombre encapuchado tiró de su cabello, en el momento en que intentaba huir.

_ ¿Acaso creíste que podías irte?. _ Mencionó con una palpable perversión en su voz mientras lamía su cuello. _ No te irás cariño. _ Negó, sujetando con fuerza su cabellera rubia. Provocando que Adeline gimiera de dolor.

_ No, no, no. Basta por favor. _ Entre sollozos y palabras intermitentes ella suplicaba.

El hombre que había sido abofeteado, aún sostenía su mejilla enrojecida.

_ La quiero un rato para mí, luego será de ustedes. _ Expresó este con malicia, arrojándola al suelo para después abalanzarse sobre ella en un intento por desvestirla.

Debido a la resistencia que esta ponía. Le fue concedido un golpe en el rostro que la dejó completamente desorientada. Hilos desenfrenados de sangre brotaban a través de su nariz, dificultando su respiración.

La desesperación y la impotencia la invadieron cuando ya no pudo efectuar algún movimiento, a causa del dolor que sentía. Dándose finalmente por vencida.

Hasta que el sonido de un coche frenando de un modo súbito, resonó en el lugar, captando la atención de los indigentes.

El mayor de los Sonobe hizo acto de presencia, bajándose del vehículo junto a su adusto guardaespaldas, el cual cargaba un revólver.

Al verla en ese estado, Jean Paul enfureció. Arrebatando el arma de su acompañante empezó a conceder disparos en el aire.

_ La sueltan, o les vuelo la cabeza. _ Vociferó, apuntando con el revólver en dirección a ellos.

Estaba tentado en disparar, pero aún no podía actuar, tenía que aseguarsre primero de que ella estuviera a salvo, esa era su mayor prioridad.

El hombre que la tenía acorralada se levantó con ella sujetándola por detrás. Haciendo que Adeline soltara un chillido de dolor, debido al modo brusco en que este la levantó.

_ Tranquilo amigo, no hay porque ponernos violentos. _ Expresó con una patente diversión en su voz, sonriendo de forma maniática, prosiguió. _ Te daré a tu linda chica. _ Concluyó, ubicando un trozo del cabello de esta detrás de su oreja.

_ No la vuelvas a tocar, te lo advierto. _ Gritó, apuntando con el arma en dirección al hombre. Su mano temblaba, debido a la ira que se había apoderado de él.

El indigente la soltó.

Causando que Jean Paul fuera de inmediato a socorrerla. Al hacerlo presenció como Adeline era acuchillada por el hombre. Un alarido de dolor salió de los labios de ella, cayendo al húmedo pavimento.

_ Adeline, no. _ Rugió, disparando en la cabeza del hombre.

La sangre manchó las paredes del callejón, cuando la bala lo penetró. Su cuerpo inerte cayó al lado de ella.

Jean Paul la envolvió entre sus brazos, para así llevársela consigo en dirección al auto.

_ Que no quede ninguno. _ Exigió al guardaespaldas, adentrándose al coche junto a ella. Tal petición fue aceptada por el hombre con traje, quien se encaminó con el arma hacia los indigentes.

Sus ojos avellana puestos en el retrovisor, contemplaron como moría cada uno de ellos. El sonido de los disparos retumbaron en ambos oídos, a lo cual cerrando sus ojos puso en marcha el vehículo, hasta que este se perdió en la oscuridad de la noche...

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