- TRES AÑOS DESPUÉS -
Dejó unas flores en la tumba que tenía frente a ella y unas lágrimas se filtraron por sus ojos. El nombre de la cripta rezaba:
“Trudy Wolf, amada madre y amiga incondicional”.
Le hubiera gusto forjar un lazo con su suegra, pero sabía que desde donde sea que ella estuviera, estaría feliz de ver a su hijo convertido en todo un hombre, esposo y ladre devoto a su familia.
Se cumplía el tercer año desde la muerte de Trudy, y su corazón le dolía al sentir el dolor de su esposo. Nunca dejaba de llorarla, de lamentarse y sentirse culpable, dudaba que la herida pudiera algún día cerrarse por completo.
—Todavía teníamos mucho por compartir —susureó Ray—. Ojalá hubiéramos tenido más tiempo, ojalá yo la hubiera sabido apreciar más. Ahora ya no está y jamás volverá, no verá a sus nietos crecer ni formará parte de nuestras vidas.
Se secó sus lágrimas e hizo a un lado su dolor para apoyarlo en el suyo, él era quien sufría.
—Te equivocas, Ray. Claro que forma