Los guardias entraron corriendo y miraron la escena que tenían delante con los ojos muy abiertos. Bonnie, Greta, o quien coño fuera, estaba inconsciente. “Llévenla al sótano. Átenla a una silla. Asegúrense de que no pueda escapar”, ordené. Iba a matar a esta zorra. Clarence y Tommaso entraron corriendo.
“Joder, estás sangrando”, dijo Clarence señalándome la pierna. Miré hacia abajo y vi que me corría sangre por la pierna. Debía de haberme abierto la herida al pelear. Clarence fue a por el botiquín mientras Tomasso venía y se sentaba a mi lado.
“Lo siento, llegamos tarde. Jada nos llamó y nos contó lo de Bonnie. Vinimos en cuanto pudimos”.
“No pasa nada. Yo me encargué de ella. No sé cómo voy a darle la noticia a Ryder. Él la amaba”. Sentí una punzada en el corazón al pensar en Ryder.
Mordí la toalla que Clarence me tendió mientras Tomasso me limpiaba y vendaba la herida. “Joder, necesito una copa”, gruñí, haciéndoles reír.
“Te oigo, pero qué pena que aún te queden unos meses an