Rosa…
Los días siguientes pasaron rápido y Ashton seguía siendo frío conmigo. Hoy llegué temprano y preparé café para todos. Llevé el café de Ashton a su despacho y lo senté delante de él.
“Gracias”, dijo en voz baja.
“Un placer”. Regresé a mi oficina y pensé en él. Seguía siendo frío conmigo y, para ser sincera, lo odiaba. Ojalá pudiéramos volver a ser como antes de irnos a París. Echaba de menos cómo me miraba cuando entraba en su despacho. Echaba de menos cómo me besaba y cómo me miraba a los ojos.
Agarré el expediente que me pidió para su viaje a Los Ángeles. Sabía que tenía que terminarlo antes de que acabara el día, ya que se marchaba en unos días. Me pregunté si iría solo o si Max iría con él. Cuando terminé, me dirigí a su despacho. Toqué a la puerta, esperando a que me respondiera.
“Adelante”, oí su voz y entonces abrí la puerta.
Entré y en cuanto me vio, miró la pantalla de su ordenador. Me dolía que me ignorara.
“Le traigo los archivos de la reunión de Los Ángeles, se