Parte 3...
— ¿Puedes llamar un taxi o enviar a tu empleado a traer mi auto aquí?
— No es bueno que manejes – se dirigió a la mesa donde dejó su celular apagado y cuando llamó vio varios mensajes y llamadas perdidas — ¿Tu celular ya está apagado?
Ella asintió y caminó hacia donde había caído la bolsa. Tomó el dispositivo y cuando lo encendió, sucedió lo mismo con el suyo. Antes de decir nada, el celular volvió a sonar. Ella respiró hondo y lo miró en busca de apoyo.
Y de la nada todo se convirtió en otro lío. Su celular sonó, el de él también comenzó a sonar y escuchó una puerta abrirse, quizás la que conducía a la cocina. Ella se puso nerviosa y sin darse cuenta caminó hacia su lado.
Una mujer apareció en la entrada de la habitación con la cabeza baja y se detuvo, sobresaltada al ver a los dos allí.
— Oh... Dios, lo siento, Sr. Salvattore... Pensé que estaría en el trabajo.
— Está bien, Margarete - tomó del brazo a Juliana — Tenía que volver a casa para resolver una situación. Esta es