Esperó alrededor de cuarenta minutos a que Alessandra al fin llegara, tiempo que imaginó sería suficiente como para que las clases de Cassandra ya hubieran dado inicio
— Esta ciudad cada día está más caótica— comentó la chica subiéndose en el lado del copiloto. Estaba emparamada y seguramente con mucho frío
— ¿Café?— ofreció — También hay panecillos por si tienes hambre—
Ella recibió ambas cosas con una sonrisa
— A veces se me olvida que eres el hombre más práctico que conozco— le dio un mordisco gustosa y se permitió poner las manos rodeando el vaso de icopor para ir entrando en calor — Entonces... ¿A qué se debe exactamente que me hayas pedido que viniera?—
— También me percaté de que estaba muy rara esta mañana... Y creo que es aquí donde podremos encontrar el motivo—
— ¿Qué pasó con eso de no romper tu promesa?—
— Dos cosas. La primera, me importa mucho más su bienestar que el hecho de que se vaya a enojar conmigo... La seg