Aurora se limpió las lágrimas y miró al hombre de ojos verdes. Él la miraba con un rostro lleno de mortificación y nervios. Ansioso por las respuestas que le podría dar Aurora y después de pensarlo unos segundos, decidió guardar silencio.
Adam se sentó en la orilla de la cama de Aurora y la miró. Le sonrió y suspiró antes de volver a sonreír.
Él hombre de ojos azules se sentía completamente feliz y tranquilo al verla bien. Quería abrazarla y decirle lo mucho que la quería pero no podía, podía sentir la mirada de Theo sobre su cuerpo.
—No te atrevas a hacerle daño a mi hijo —susurró Aurora.
Adam frunció el ceño al escuchar el francés, suspiró y miró a Theo.
—Gracias a mi hijo...te encontré. —dijo Theo, recalcando el "mi".
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