Llegué a casa, hablé brevemente con mis padres y me acurruqué en mi piso, durmiendo toda la noche.
No me sorprendió despertarme y ver la noticia de la exitosa operación de Ana en las publicaciones de Facebook.
Le di a like, pues me alegré de corazón por ella.
Solo le di dos bocados al desayuno cuando Alejandro llamó a la puerta.
Mis padres me compraron la casa del piso superior de su casa y los hermanos Campos vivían a mi lado.
En cuanto Alejandro llamó al timbre, Cecilia también lo oyó.
Una conmoción seguida de una discusión.
Abrí la puerta y vi a Alejandro empapado de agua y en un estado lamentable.
Solo cuando me vio contuvo su ira que iba a explotar.
Sonriéndome: —Te he traído el desayuno.
Eché un vistazo al sándwich en su mano: —¿Ana comió?
Alejandro: —Sé que no lo manejé bien, Ana ya terminó de operarse y no habrá más obstáculos entre nosotros. ¿Me perdonas?
Las palabras eran serias.
Era el que decía cosas bonitas, y era el que no se esquivó ayer del beso de Ana.
Lo que antes rec