AMELIE.
–Hola, papá.
Aaron Steinfield me miró fijamente.
–Hola, princesa.
Volver a sentir los brazos de mi padre rodearme el cuerpo fue una de las mejores que me ha pasado. El hombre me apretó con fuerza contra su cuerpo, besando mi cabello.
–Mi corazón– susurro acunando mi rostro– no te imaginas cuanto necesitaba esto.
Mis ojos se cristalizaron. ¡Dioses!, había extrañado tanto a mi familia, y ahora están aquí.
–¿Hay un abrazo por mí? – hab