Escucho las pisadas acercarse antes de que abra la puerta. Cierro los ojos y me hago la dormida. No quiero discutir ni reprocharle nada porque en el fondo no puedo exigirle un sentimiento. Un sentimiento que no me correspondía a mí en aquella época, pero que me habría gustado que lo tuviera.
Abre la puerta y camina hasta la cama. Se sienta en el borde, a mi lado.
- Nunca se te ha dado bien mentir - bromea pasando sus dedos entre mi pelo.
Abro los ojos abochornada.
- ¿Te vas a acostar?
- No recuerdo ese día como tu Emma, pero la primera vez que nos acostamos en mi despacho para mí ya fue especial - continua acariciándome el pelo - cuando quise volver a quedar contigo y me rechazaste no me lo podía creer. No te enfades, pero hay mujeres que han perdido vuelos por pasar una noche conmigo - se me escapa una risa. Sé que es verdad eso porque yo misma tenía que hacer una nueva r