3. Adiós, cariño.

Victoria miró a Danilo y se cruzó de brazos. Preguntándose seriamente si lo que acababa de hacer era lo correcto.

— ¿Estás seguro que no es algún truco?—preguntó nerviosa, alejándose ligeramente de él. Permitiéndole el paso a su departamento.

Él sonrió y negó rápidamente para luego acercarse a ella.

—Te prometo que no intento nada—respondió, temblando de frio.

Victoria miró sus ojos oscuros y suspiró para luego suspirar con fuerza. Tratándose de alejar por completo de él. Escuchando una alarma de alerta en su cabeza.

—La habitación de invitados está al fondo del pasillo, si necesitas algo... no es mi problema —susurró ella. Alejándose lo más rápido posible del chico, tenía la sensación de que en cualquier momento se le tiraría encima.

—Cariño—dijo Danilo mientras la observaba con atención alejarse. — no tienes de que preocuparte, duerme tranquila. Aunque no lo creas, soy un caballero y no pienso tocarte sin que me lo pidas.

Victoria lo ignoró por completo y se encerró en su habitación, se aseguró de cerrar la puerta con seguro. Dejándose caer sobre su gran cama.

Se llevó las manos a la cabeza y suspiró intentando comprender que es lo que estaba haciendo, tenía a un hombre terriblemente sexy en su departamento y no podía hacer nada. Levantó su mano y observó el gran diamante sobre su mano.

Suspiró y tragó saliva, se sentía completamente confundida sobre su matrimonio. Después de cinco años de relación con Felipe aún seguía viendo su futuro completamente borroso.

Se levantó de su cama y caminó hacia la puerta al escuchar un extraño sonido en el pasillo. Al abrir la puerta se encontró con Danilo con el pecho totalmente descubierto.

— ¡¿Qué haces aquí?!—preguntó nerviosa. Tratando de mirar sus trabajados músculos.

Danilo la vio tragar saliva y sonrió como respuesta. Colocó sus brazos en el marco de la puerta y la miro. Victoria miró la manera en la que él chico obstruía el paso y frunció el ceño al mismo tiempo que se llevaba ambas manos a la cintura.

— ¿Te puedes mover?— preguntó viéndolo. — si intentas hacerme algo, llamaré a la policía.

—Solo quería preguntarse si me puedo dar una ducha— preguntó burlesco.

—Claro —dijo ella. — no hay problema pero quítate de mi camino.

Danilo asintió y se alejó del marco de la puerta, permitiéndole salir. Victoria salió de su habitación, caminó hacia la cocina, abrió el refrigerador y sacó una pequeña caja de leche de almendras. Observando como sus manos temblaban ligeramente.

Abrió la estantería y sacó una gran taza junto al frasco de café. Victoria abrió el frasco de café y con una cuchara metió una gran cantidad de café sobre la taza.

Danilo se acercó a ella y la vio servirse bastante leche de almendras.

— ¿Eres vegetariana?— preguntó

—Vegana —contestó ella para luego verlo.

— ¿Por eso eres tan delgada?— preguntó viéndola.

Victoria suspiró y lo miro fijamente. Sintiéndose ligeramente molesta. Odiaba que hablaran de su cuerpo.

—Qué falta de respeto que estés hablando o intentando opinar de mi cuerpo. Vete a bañar —dijo por último para luego meter la gran taza en el horno de microondas.

Danilo la miró y no pudo evitar voltear a verle el perfecto escote que mostraba su pijama rosa, gruñó y caminó rápidamente hacia la ducha, necesitaba un baño de agua fría por su culpa. Entró al baño y se desvivió rápidamente para luego abrir el grifo del agua. Pensó en la hermosa chica que se encontraba en ese mismo departamento y gruñó. Se estaba volviendo loco desde que la había visto.

Se sentía tan frustrado, estaba tan caliente de tan solo verla, necesitaba tocarla o se volvería loco. Se miró en el espejo y negó, no podía hacer eso.

—Respira... se va a casar, no te metas en problemas—susurró antes de negar.

Lo necesitaba y lo haría.

La tocaría solo una vez y nunca más volvería a cruzarse en su vida, esa noche era su oportunidad y no perdería ni un momento más.

No tenía que preocuparse por ella. Por su vida privada, por las cosas que podría causarle a ella. Solo era una desconocida que deseaba y tomaría. Como con todas las demás mujeres que había dormido.

Sabía que ella también lo quería, podía ver como se ponía nerviosa con el simple hecho de acercarse. Conocía a las mujeres, había aprendido a leerlas y sabía que en esos momentos ella lo deseaba como él la deseaba.

Victoria entró a su habitación y se sentó en su cama. Encendió el televisor y revisó cada uno de los canales, frunció el ceño y tomó un poco de su dulce café mientras subía un poco el volumen de la televisión. Dejó el control del televisor un lado y miró con atención cada una de las escenas de la película.

El sueño comenzaba a atacarla cuando Danilo tocó la puerta, ella frunció el ceño y se acercó a la puerta. Dejó la taza de café sobre una pequeña mesa y abrió la puerta. 

Victoria tragó saliva al ver al chico con una simple toalla en la cadera, se mordió el labio y levantó un poco su rostro para poder verlo a la cara. Danilo la miró para luego tomarla del rostro y besarla. Había llegado a su límite y no pensaba resistirse solo por intentar ser una buena persona.  

Saboreó el dulce café de sus labios y gruñó cuando ella alejó su rostro, temblando ligeramente mientras respiraba con pesadez. Danilo la observó con las manos en sus mejillas y sonrió al verla acercarse de nuevo. Finalmente él había ganado. Gruñó y mordió con delicadeza el grueso labio de la chica.

Un cálido sonido salió de los labios de Victoria y pudo sentir como aquel chico bajaba sus manos para tomarla de las piernas y cargarla. Victoria abrazó el cuello del chico y suspiró

—Esto no está bien —susurró ella. Mirándolo directamente a los ojos mientras temblaba en sus brazos.

—Solo ten una última noche para jugar princesa —susurró él, antes de dejarla en la cama.

—La última noche para jugar...—susurró ella, segura de ya haber escuchado eso antes.

—Eso suena terriblemente tentador—susurró Danilo antes de subirse en ella.

Victoria lo miró y sonrió antes de bajar sus manos por el definido torso del chico. Decidiéndose por soltar la toalla que cubría su cuerpo.

Una amplia sonrisa se dibujó en el rostro de Danilo antes de acercarse a ella para besar el cuello de la hermosa rubia que tenía debajo de él. Victoria se mordió el labio y jadeó con fuerza por un momento.

Las ágiles manos de Danilo tomaron las pocas prendas de Victoria y las retiró. Suspiró y se llevó a la boca la piel de su temblorosa presa.

Un fuerte gruñido rompió el silencio de la habitación cuando ella finalmente se atrevió a tocarlo por completo

—Ah... —susurró él.

Victoria lo miró y alejó su mano rápidamente. Creyendo que por un momento lo había lastimado.

—Lo siento —susurró ella.

Danilo alejó su rostro y la vio fijamente por un momento con sus oscuros ojos. La respiración entrecortada de la chica lo estaba volviendo loco y no tardaría en perder el poco control que creía tener.

— ¿Por qué te disculpas?— preguntó

Ella se mordió el labio y bajo la mirada completamente avergonzada.

Danilo la tomó de las piernas, acariciando su piel antes de bajar. Besando cada mínimo centímetro de piel.

—Adiós, cariño—susurró antes de perder su rostro entre las piernas de la chica.

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