Punto de vista de Teresa
Me senté en mi coche fuera de Blackwell Enterprises, intentando convencerme de no hacer esto.
Cada parte racional de mi cerebro gritaba que me alejara. Que encontrara otra solución. Que hiciera literalmente cualquier cosa excepto volver a entrar en ese edificio y suplicar un trabajo a un hombre que o no me recordaba o fingía no hacerlo.
Pero el pensamiento racional no pagaba cuentas de hospital.
El pensamiento racional no cubría el depósito de dos mil dólares que necesitaba para mañana por la mañana o descargarían a Lucía sin el cuidado de seguimiento adecuado.
Apoyé la frente contra el volante y cerré los ojos.
Rafael Blanco. El hombre que aún hacía latir mi corazón después de seis años. El hombre cuyo hijo le había ocultado. El hombre que me había mirado ayer como si fuera una completa desconocida.
¿Fingía? ¿O realmente no me recordaba?
Pero no importaba. Nada de eso importaba.
Lo que importaba era Lucía, durmiendo en una cama de hospital con un IV en su bra