Daniel aconsejó con gran pesar.
—Sí.
—Carmen, tanto tu abuelo como yo solo queremos lo mejor para ti.
Alejandro asintió apresuradamente.
—¿Lo mejor para mí?
—Lo dicen una y otra vez, todo es por mi bien.
—Si realmente es por mi bien, ¿cómo hemos llegado a este punto con Christian?
Carmen lloraba de frustración, las lágrimas se escapaban de sus ojos sin control.
En ese momento, la opresión y la tristeza que había estado reprimiendo durante mucho tiempo explotaron por completo.
—En aquel entonces, sin ninguna evidencia, nos separaron a la fuerza a mí y a Christian.
—Ahora, por los intereses de la familia, planean sacrificarme y comprometerme con un hombre que no amo.
—¿Han considerado alguna vez mis sentimientos?
Cada vez que Carmen hablaba, se sentía más triste, las lágrimas cristalinas rodaban sin cesar y no podía detenerlas.
Ella pensó que su abuelo siempre la había amado y nunca usaría su matrimonio como moneda de cambio por intereses.
Pero los hechos demostraron que había pensado de