Al ver la actitud autoritaria de su padre, Clara tenía la intención de contradecirlo, pero sus palabras fueron interrumpidas por Víctor.
—No digas nada —dijo Víctor—. Ahora te doy dos opciones: o te unes a Christian para descansar en Provincia del Solaz, o te quedas en Ciudad Baja y aceptas el matrimonio arreglado que he planeado.
Víctor sabía que su hija había sufrido una herida emocional hace varios años, y en todo ese tiempo no había intervenido en sus asuntos sentimentales. Sin embargo, a medida que Clara crecía, él comenzaba a sentirse inquieto.
En los últimos tiempos, había presentado a varios jóvenes destacados de familias prominentes y talentos locales a Clara, pero debido a su belleza y sus altos estándares, ella no mostraba interés en ninguno de ellos, ni siquiera la más mínima disposición de tener un novio. Preocupado, tuvo una idea repentina: pedirle a Christian que llevara a Clara a Provincia del Solaz, para que pudiera distraerse y superar rápidamente las sombras de su p