En sus recuerdos de apenas un par de horas antes:

—Debes de casarte con Leonardo Prego, no te lo estoy dejando de opción, es tu deber con la familia Urriaga. — dijo Maximiliano con voz firme.

En el hospital donde trabajaba, Arianna apenas podía creer lo que su padre le estaba exigiendo. Dibujando una sonrisa retorcida en una mueca molestia, la hermosa mujer de cabellos castaños se sintió furiosa.

—¿Deber con la familia Urriaga?, ¿De que familia estas hablando?, ¿No fuiste tú mismo quien decidió expulsarme de los Urriaga para favorecer a Mariana?, ¡No me hagas reír!, yo ya no tengo nada que ver contigo Maximiliano, ni mucho menos con nadie de tu familia, ahora mismo ya no llevo legalmente el apellido que me obligaste a renunciar, soy una Bellucci, y no voy a casarme con nadie a quien tu decidas imponerme. — respondió Arianna con el rostro serio.

Maximiliano dio un golpe seco sobre el viejo escritorio de Arianna.

—Llevas mi sangre y solo por ello es tu deber obedecerme…además, no creas