¡Anillo de bodas!

Albert entró en la habitación y vio a Angelina luchando por liberarse de las cuerdas.

—Tsk... tsk... tsk —Albert entró en la habitación con las manos en los bolsillos.

Arrastró una silla y la colocó frente a ella. Se sentó en una silla, cruzando una pierna sobre la otra.

—Eres tan débil. No sé por qué Alexander te arrastró a nuestro mundo de la mafia.

—¡Déjame ir! —ella gritó y Albert agarró su mandíbula con fuerza.

—¡Cállate la boca o tengo muchas más formas de cerrarla! —le gruñó.

—Por favor, déjame ir. Ni siquiera te conozco ¿Por qué me secuestraste? —las lágrimas brotaron de sus ojos.

—Tú no me conoces, pero yo te conozco, Angelina —ella lo miró sorprendida, pero su sorpresa pronto se convirtió en miedo cuando sintió su mano en su muslo.

—Eres tan hermosa y sexy —dijo con voz ronca.

—Por favor, déjame ir —trató de empujar su silla hacia atrás, pero Albert puso sus manos en los mangos de la silla.

—Nunca te dejaré ir sin probarte. La última vez fue solo un video falso, pero esta ve
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