¡Mi cielo, no quiero que derrames sangre aquí! ¡Déjalo pasar, está bien!
Las indicaciones eran claras: no debía mostrar piedad. Tenía que infundir miedo, hacer que todos allí dentro la codiciaran, despertar el deseo de tenerla. Con una mujer sin miedo a tu lado, nadie tendría el valor de intimidarte.
La última chica que quedó al lado de Jack fue jalada por Katty del cabello, abofeteándola varias veces hasta que comenzó a sangrar.
Jack se acercó, apartó a la chica y agarró la mano de Katty, deteniéndola con fuerza. Con una mezcla de seducción y autoridad en sus ojos, se inclinó hacia ella y le susurró:
¡Lo estás haciendo bien, así me gustan: obedientes!
Un aura de ira invadió a Katty, pero sabía que estaba en las calles de otoño, un lugar lleno de mafiosos. Jack había venido para reclamar territorio, y ella tenía que actuar junto a él hasta que todo terminara.
Jack había planeado su entrada perfectamente: quería que su dama lo encontrara con otras mujeres y se pusiera celosa. Katty, aun