Serafina y Bernardo se quedaron petrificados ante la confesión, que fue como la caída de un balde de agua helada sobre ellos. Los tomó por sorpresa, demostrando la perplejidad reflejada en sus rostros.
—¿Cómo es posible...?
—Mi madre me lo contó —esta vez Alexis tomó la palabra —. No tienen la sufic