El alivio me invadió como una manta fría y casi me hizo caer al suelo.
Ella estaba bien.
Era sólo un sueño.
Me la sacudí, con las manos todavía temblando violentamente. "Oh, Annie, lo siento mucho", susurré mientras me acercaba a su cuna y laagarraba en brazos antes de que empezara a llorar. "Siento