Capítulo 6

Tuva Eke pasaba la mayoría del tiempo pendiente a la actividad que ocurría fuera de su torre. La forma en que lo hacía era muy simple: miraba a través del ventanal.

Los movimientos cerca de la torre se habían hecho cada vez más recurrentes, pues desde su regreso a la herencia familiar y el establecimiento como tegim, mucha gente lo había ido a visitar, sus dos hermanas menores, su padre, el señor Urdus y muchos otros funcionarios que ni siquiera él conocía. Sin embargo, en ninguna ocasión sus hermanos habían acudido a él, Tuva Eke pensaba que ellos todavía estaban debatiendo la elección de la máscara a llevar en la inminente visita que le debían hacer.

No solo ellos estaban ocupados escogiendo su antifaz, también lo hizo Tuva Eke. Aunque con mucho tiempo de anticipación… Dieciséis años para ser exactos.

Finalmente, ese día fue el escogido por los hermanos para ir a visitarlo. Los tres hermanos presentes en el campamento, entraron por la puerta principal de la torre para ir a verlo por primera vez en 16 años.

Al primero que vio Tuva Eke fue a Torgan tegim, el mayor de todos. Los ojos de Tuva Eke ardieron de una manera diferente en cuanto la mirada de posó sobre Torgan. Nadie se dio cuenta del fulgor que lo quemaba por dentro, de la ira que arrasaba con todo y no dejaba nada.

Torgan nunca iba a poder pagar la afrenta que había cometido contra Tuva Eke, porque la movilidad de la pierna del segundo hermano nunca más iba a regresar.

¡Era un lisiado gracias a Torgan! De eso estaba seguro Tuva Eke.

—¡Segundo hermano! —saludó Altai tegim, el último de los hermanos.

—No seas estúpido, Altai. Ni siquiera te entiende —respondió Amgalan tegim, el cuarto de los hermanos.

—Es un maldito, pero ahí es donde debe estar y no aspirar a lo que no le pertenece ni le pertenecerá jamás —aceptó Torgan.

—No sean crueles con Tuva Eke, tal vez pueda sentir la mala actitud de ustedes hacia él.

—No tiene mente, ¿acaso tendrá sexto sentido? —burló Amgalan.

Los tres hermanos terminaron de hablar cuando vieron salir al señor Yul detrás de uno de los espejos cubiertos con lonas oscuras. Pocos se habían dado cuenta de su presencia detrás de las supuestas paredes.

—Herederos —saludó respetuosamente—. ¿Qué los trae por aquí?

—Hemos venido a visitar a nuestro hermano —respondió Torgan como vocero del resto—. Usted debe ser el señor Yul, ¿verdad?

—Así es.

—Bien, ya que usted está presente, le haré saber que quiero ofrecer una fiesta en honor a mi hermano Tuva Eke, su regreso a la familia, su salida del olvido.

—Torgan tegim, no creo que sea una buena idea… Su hermano no está en condiciones de asistir a fiestas.

—Bueno, entonces se hará aquí, ¿le parece?

El señor Yul giró el rostro hacia Tuva Eke esperando la señal de aceptación o rechazo de lo propuesto. Su rostro indeciso escondió perfectamente su intención. Y regresó la mirada cuando Tuva Eke movió ligeramente los dedos; había aceptado.

—Torgan tegim, estoy indeciso, pues Tuva Eke tegim no ha recibido muchas visitas desde que ha estado viviendo aquí. Debe saber que hace poco salió del letargo… No creo que su salud permita su fiesta.

—Será algo moderado, no me excederé en los límites que tiene mi hermano.

El señor Yul quedó en silencio por unos breves momentos antes de aceptar:

—Está bien.

Los hermanos de Tuva Eke no tardaron más tiempo dentro de la torre y cuando ya hubieron establecido la fecha de la fiesta que harían en honor a Tuva Eke, se marcharon sin muchas despedidas.

El señor Yul supervisó la salida de los hermanos de su amo mientras Tuva Eke miraba la salida de los caballos pura sangre pertenecientes a sus hermanos. Cuando el señor Yul regresó, no pudo evitar preguntar los juicios sacados e impresiones que dieron los hermanos a su amo.

—Joven amo, sus hermanos al parecer siguen siendo de poca confianza… Aunque, Altai parece que lo defiende.

Tuva Eke esbozó una débil sonrisa.

—No es lo que parece, señor Yul —respondió sin alterarse.

—¿Por qué lo dice? —interrogó lleno de curiosidad.

Tuva Eke se levantó del lecho con la ayuda de su bastón y caminó con dificultad hasta llegar al espejo trasero al que utilizó el señor Yul para esconderse.

—Mis hermanos no son de confianza, pero en cuanto a Altai noté algo diferente —Indicó mientras señalaba con su dedo, la esquina del espejo que estaba descubierta de la lona—. Es astuto. Desde el lugar donde estaba él, de seguro te vio.

—Él ya sabía de mi presencia —aceptó sorprendido.

Tuva Eke asintió con la cabeza mientras caminaba hacia el lugar donde se había ubicado Altai tegim, y desde ahí observó la esquina del espejo

—Señor Yul, ve tras el espejo —ordenó

El señor Yul así lo hizo, de inmediato la figura del hombre se reflejó en la esquina inferior del espejo. Tuva Eke sonrió satisfecho por la comprobación de su teoría.

—Altai será un personaje difícil de predecir, porque mientras Torgan y Amgalan demuestran abiertamente su desprecio hacia mí, Altai lo esconde.

—Tal vez él no lo odie… ¿Y si quiso congraciarse con usted?

—Eso tocará descubrirlo —confirmó mientras regresaba al lecho y se sentaba—. En cuanto a mis otros dos hermanos, ¿qué ha pasado con ellos?

—Tanto el tercer hermano, como el quinto se han reunido en el ejercito desde que cumplieron catorce y trece años respectivamente —avisó el señor Yul—. Escuché en boca de las esclavas, que el tercer hermano es el de más confianza en el campamento del lobo.

—Veamos si podemos conseguir acercarnos a ellos.

—Joven amo, escuché también que el tercer hermano regresará del ejército para visitar al gran khan, de seguro esta será su oportunidad para establecer algún vinculo con él.

Tuva Eke observó al señor Yul con una mezcla de picardía y burla. Después de todo, él mismo no tenía una forma de acercarse al tercer hermano sin levantar sospechas. Se suponía que era un demente sin cabeza.

—Serás tú, señor Yul —exclamó y luego carcajeó alegre al ver la expresión de desconcierto de su servidor—. No te preocupes, encontraré la forma de que mi tercer hermano te conozca y confíe en tu talento.

—¿Debo agradecerle, tegim? —preguntó malhumorado.

—Deberías, porque el campamento de mi padre conocerá al hombre más talentoso e inteligente que puede existir en toda la estepa.

—¿Se refiere a usted, joven señor?

—No, hablo de ti.

[…]

Al día siguiente, Torgan tegim regresó a la torre de su hermano, pero al igual que su primera visita, tampoco demoró mucho. El hombre había ido porque tenía un interés en especial, un interés que pudo cubrir exitosamente con la excusa de la fiesta que se avecinaba.

Torgan se apostó cerca de la entrada a la habitación de Tuva Eke, era como si deseara salir de inmediato, pues no dejaba de mirar hacia afuera cada vez que tenía la oportunidad. Al parecer, la torre no era tan acogedora como le parecía a Tuva Eke.

—Como mi hermano ha de necesitar ayuda, he decidido traer un poco de mano extra —avisó rápidamente al señor Yul—. Se avecina la fiesta y quiero que todo esté organizado para ese entonces, ¿lo entiende?

—Por supuesto, Torgan tegim —aceptó.

—Bien, por dicha razón he traído a dos esclavas recomendadas principalmente por mi esposa. Ambas esperan en la planta baja, así que desde hoy empezarán con sus labores de limpieza y remoción de la suciedad en toda la torre.

—Está bien, Torgan tegim.

—¿No hay ningún problema? —interrogó asustado.

—En absoluto —respondió.

En realidad, la entrega de esas dos esclavas sí era un problema. El señor Yul conocía muy bien a su amo, lo había cuidado desde que era un niño, así que sabía que el tener personas extrañas en la torre era una idea que le molestaba muchísimo a Tuva Eke. Sin embargo, no había negativas cuando se trataba de las solicitudes convertidas en ordenes del Torgan tegim.

Cuando el señor Yul le comunicó la presencia de las esclavas, Tuva Eke se inquietó. En realidad, era por dos cosas sencillas: primero, la posible infiltración de oídos espías a la torre y segundo, el tener que obedecer tan pasivamente las ordenes de su hermano Torgan.

—¡Debe ser una trampa! —exclamó. Sin embargo, su reacción no fue exagerada, ya que, Tuva Eke estaba convencido de que el dejarse llevar por las emociones y actuar sin pensar le traería problemas más adelante. Su modo de operar era más complejo y detallado, muy minucioso. Por lo tanto, se tenía prohibido a sí mismo los errores y los malos cálculos—. Primero establece las reglas que tienen que seguir las dos esclavas, es solo una regla, no les será difícil de cumplir: deben mantenerse alejadas de mi habitación. —ordenó—. Pero cuando la fiesta termine, se las entregarás de inmediato a mi hermano, ¿de acuerdo?

—Sí, joven amo.

El señor Yul abandonó la habitación de su amo sin haberlo ayudado a vestirse o lavarse antes de dormir. Ya iban varias semanas en las que Tuva Eke tegim le ordenaba abandonarlo sin antes haberlo asistido. Aquella nueva perspectiva le avisó que su amo estaba deseando independencia, que le molestaba totalmente ser una carga para otros.

El señor Yul lo conocía muy bien, y sabía que la soledad en la que se crio Tuva Eke le había trastornado la sensibilidad al dolor y a las decepciones. Sin embargo, por más fuerte que quisiera verse, siempre su pierna, la piel, la vista o las tomas periódicas del veneno blanco le hacían recordar a Tuva Eke la miseria a la que todavía seguía sometido.

Lo que más le preocupaba al señor Yul era el veneno, pues su amo se volvía cada vez más dependiente a la sustancia. Él temía el momento en que la dosis se hiciera vital para mantenerlo con vida…

Solo en ese momento la supervivencia de Tuva Eke se veía amenazada por la sustancia que había empezado siendo la contra respuesta al primer veneno.

—Joven señor, le prometí a su madre mantenerlo con vida y cuidar hasta que se hiciera un hombre, no puedo fallar en mi labor. Tengo una misión: fortalecerlo y hacer de usted el siguiente khan de la tribu. El día que eso suceda podré morir en paz. —habló para sí mismo después de haber cerrado las puertas de la habitación de Tuva Eke.

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