—Lo siento. — dijeron al unisonó los niños, poniéndose de pie.
— Tía Alma. — se quejó la niña poniéndose de pie, pues Alma les había advertido a todos los pequeños que nadie ayudaba a nadie a ponerse de pie, debían saber cuándo rendirse, y no seguir por obligación, era una lección que les podria sal