— ¿Qué? — no gritaba, ni gruñía, quien lo escuchara al otro lado, pensaría que solo estaba medio dormido, cuando en realidad era la furia lo que no le permitía hablar como debía.
— ¿Señor Gabriel? — la voz de Pamela era un susurro muy parecido al suyo y de pronto tuvo que clavar los frenos, porque s