Me zafé de las obligaciones que mi puesto requería. Me olvidé que era el presidente del país, al menos en lo político pues de mi autoridad y poder militar, aún estaba haciendo uso.
Nos montamos en varias camionetas blindadas. Varios miembros de mi seguridad con algunas instituciones privadas, formaron mi equipo de cacería para entregarme a mi rival.
Luis dominaba ese estado y contaba con varios escondites, pero nuestra jugada principal seguía siendo el rastreador que le colocamos a Miriam.
El secretario pudo ver que estaba en una casa no muy lejos de ahí. Pudimos corroborar que ese inmueble le pertenecía a Luis, así que no había duda, lo iba a buscar y lo hundiria de una buena vez.
Solicité a mi equipo un chaleco antibalas así como un arma. Se sorprendieron mucho por mi petición ya que no era común que el presidente se uniera a ese tipo de actividades.
De hecho, desconocían que yo tuviera algún tipo de preparación para hacerlo.
Cuando inició mi carrera política tomé varios cursos, lo