POV: Aslin Ventura
La habitación estaba helada. No por el clima, sino por la sensación de encierro, de peligro… de algo que se venía acercando. Era amplia, demasiado elegante para alguien como yo, pero todo allí me parecía ajeno. Las paredes blancas, los cortinajes oscuros, la cama enorme en el centro... Todo olía a encierro, a trampa.
Mis hijos habían sido llevados a otro cuarto. Lo supe por el sonido de pasos alejándose, por los gritos que nunca llegaron, por el silencio que vino después. Eso era lo peor: el silencio. Me abrazaba como un espectro. Me senté en una esquina de la cama, con las rodillas recogidas contra el pecho. No dejaba de mirar la puerta. Sentía que en cualquier momento algo —alguien— iba a entrar.
Pasaron las horas. Podían haber sido tres… o diez. Perdí la cuenta. Solo escuchaba el tic-tac invisible de un reloj que no estaba ahí. Hasta que lo escuché.
El sonido de la cerradura girando.
Mi cuerpo se tensó de inmediato. Me puse de pie, sintiendo cómo el corazón me go