Tocan mi puerta a las cinco de la mañana para entrenar. Ignoro las miradas que se enfocan en nosotros al pasear por el hotel, pero Brayden no y hasta los saludas.
Cuatro horas en la mañana dentro de un salón pequeño sin un tercio de pared sólida, la mayor parte de la habitación son vitrinas y espejos en los cuales nos vimos bailando. Tomamos una hora de descanso donde Brayden se pierde explorando el sitio, obligando a su tío a irlo a buscar.
Idiota se nace, no se hace.
—Hola —ni siquiera la miro cuando se sienta a mi lado en el suelo—. Me llamo Samara, también estoy en la competencia.
¿En qué momento entró?
Me hago la que bebe agua c