Vi cómo cayó dormido del agotamiento. Él no se daba cuenta porque no podía mirarse pero parecía un cadáver: no le quedaría mucho tiempo de vida.
"Mar, no podemos dejar que muera". — me dijo Sahira.
"¡Es nuestra madre! No podemos matarla."
"¿¡Y prefieres que nuestro cachorro crezca sin padre y sin abuelos!?"
"¡NO! Jake vivirá y mamá se salvará".
"¿¡CÓMO!?"
"Isa encontrará una solución... sé que lo hará. A tiempo. Confía en ella".
"¡MI PAREJA SE ESTÁ MURIENDO!"
"¡TAMBIÉN ES MI PAREJA!"
"¡PUES NO LO PARECE!"
Sentí aquello como una puñalada al corazón y Sahira se dió cuenta.
"Mar... yo... lo siento mucho... no quería..."
"Sí, querías. Vete. No quiero saber nada de ti."
Noté cómo Sahira se retiraba lentamente, cabizbaja y con la cola gacha.
— Mi Reina... ¿se encuentra... bien? — me preguntó con preocupación un médico. Me sequé rápido las lágrimas.
— Sí, estoy bien. Muchas gracias por preocuparte. — dije con una sonrisa amable y me sorprendí al notar mi voz totalmente firme.
— Si necesita