— ¡RRROOOSSSEEEE! — grité de rabia en dirección al techo cuando el vídeo terminó. Jake temblaba a mi lado.
— Ésa... ésa mal nacida... la vi, ¡la vi! ¡LA VI EN EL ATAQUE DE LA MANADA! — rugió Jake.
Miré con sorpresa (y furia) a Jake.
— ¿La conoces?
— Sí. Esa bruja... esa maldita bruja... engañó a tus padres. Les hizo creer que eran aliados y que sólo querían hacer tratos comerciales. ¡ELLA ESTUVO EN EL ATAQUE! ¡ELLA MATÓ A TU MADRE! — Jake golpeó con violencia el puño contra el suelo.
Furia, ira, rabia, dolor. Todo eso era lo que sentía y aumentaba por momentos. Rose... esa maldita arpía había matado a mi familia dos veces y me había hecho la vida imposible. Esa maldita comemierda y su grupito de cabezas huecas iba a pagarlo muy caro.
— ¿Sabes dónde están, dónde se esconden? — pregunté a Jake.
— No. Pero necesitamos hacernos fuertes y conseguir un ejército antes de buscarlas. Esas brujas son fuertes.
— ¿Y de dónde consigo yo un ejército?
— No lo sé. Quizás si visitas otras manadas al