Capítulo 125. Te necesito
—¿Qué se supone que estás haciendo? —pregunta Bella, la voz cargada de molestia, sus brazos cruzados firmemente contra el pecho y cada músculo tenso por la rabia contenida—. ¿Quieres que te denuncie por secuestro, señor Arrabal?
Benedict suelta un bufido corto y seco. Odia que lo llame así; su apellido suena como un reproche, y eso lo irrita profundamente. Sin más palabras, se mueve hacia ella con una rapidez casi felina, como si quisiera devorar el tiempo perdido. Entierra su rostro en la curvatura de su cuello, justo donde la piel es más suave y vulnerable. Aspira hondo, una vez, dos, luego varias veces más, como si aquel aroma fuera el único aire que puede respirar. Bella se siente atrapada entre el asiento y ese cuerpo enorme que la envuelve, que la oprime sin darle escapatoria alguna.
—Suéltame —ordena ella, empujándolo sin ejercer demasiada fuerza, intentando recuperar algo de control. Para su sorpresa, él cede un poco, aunque no se aleja del todo. Sus manos siguen firmes en su