Me quedé pensativo, observando cómo Victoria hablaba sobre la boda, después de hablar de Richard. Sus ojos brillaban con emoción, y cada palabra que salía de su boca resonaba en mi corazón, pero, al mismo tiempo, sentía que estaba atrapado en una niebla oscura. El diagnóstico había cambiado todo, y ahora, incluso en los momentos más felices, una sombra me seguía.
—Ethan, ¿qué es lo que tanto piensas? —preguntó Victoria, preocupada. La intensidad de su mirada me hizo sentir culpable.
Suspiré, sintiendo el peso de la verdad aplastándome. Había tantas cosas en mi mente que no podía compartir. Desde que recibí la noticia, todo se había vuelto un caos. La idea de una boda parecía casi absurda cuando mi futuro era tan incierto.
—Últimamente he tenido muchas cosas en la cabeza —respondí, tratando de sonar casual, aunque la angustia se apoderaba de mí.
Ella frunció el ceño, como si intentara entender un rompecabezas complicado. No era justo que tuviera que cargar con esto sola, pero, ¿cómo po