Su intimidante presión la envolvió por completo.
Sylvia estaba clavada a la pared. Tenía las manos metidas entre el pecho y, por más que lo intentaba, no conseguía reunir fuerzas suficientes para liberarse.
Se vio obligada a obedecer y no pudo resistirse a él en absoluto.
Pasó un rato, y sólo entonces él liberó sus labios.
Sylvia jadeó con fuerza para tomar aire. Entonces le apartó de un empujón y gritó: "¡¿Por qué me has traído aquí?! ¡Suéltame!".
Le empujó con todas sus fuerzas, pero su figura montañosa no se movió.
A Sylvia casi se le acaba las opciones. El último recurso fue escabullirse por debajo de su brazo, pero él la agarró por la cintura y la abrazó con fuerza contra su pecho, de modo que su cara quedó apretada contra su ancho pecho.
Las cosas empezaron a ponerse apasionadas.
Ella levantó la vista hacia él, pero debido a la oscuridad del entorno, no pudo verle la cara con claridad.
Odell finalmente habló: "¿No recuerdas lo que dije?".
La amenaza entre líne