Caprice miró la puerta firmemente cerrada y susurró:
—¿Papá?
John respondió:
—Soy yo. Estoy afuera. ¿Podrías abrirle la puerta a papá?
Caprice saltó rápidamente del sofá y caminó hacia la puerta. Sin embargo, Isabel y Flint la interceptaron, bloqueándole el camino.
Isabel acarició tiernamente la cabeza de Caprice e intentó involucrarla en su juego.
—Caprice, estamos jugando con el tío John. Aún no puedes abrir la puerta.
Flint asintió con la cabeza y dijo:
—¡Así es!
Caprice ladeó la cabeza confundida, sin comprender por qué estaban jugando con su padre. En ese momento, la voz apagada de John volvió a sonar detrás de la puerta, suplicando:
—Caprice, papá quiere entrar a ver a mamá. Por favor, ábreme la puerta.
—Está bien —respondió rápidamente Caprice, volviéndose hacia Isabel y Flint. —Hermana Isabel, hermano Flint, ¿podrían dejarme abrirle la puerta a mi papá?
Su sincera petición, combinada con la mirada seria en sus ojos brillantes y chispeantes y la adora