Al darse la vuelta completa, Sherry se encontró rodeada por los matones, sus expresiones amenazadoras se intensificaron a medida que se acercaban a ella.
Le dolían los tobillos y al instante empezó a sudar de miedo y desesperación sobre lo que podía venir ahora.
Temiendo por su seguridad, los miró y preguntó:
—¿Aiden les envió aquí?
El líder, mirándola fijamente, respondió:
—No importa quién nos envió. Estamos aquí para darte una lección, para que aprendas a cuidar tu boca en el futuro.
Instruyendo a sus hombres, el líder ordenó las siguientes palabras:
—¡Sujétenla y denle una buena bofetada! ¡Cada uno de ustedes, denle diez bofetadas y sólo se detengan cuando aprenda a quedarse callada!
Sherry dio un paso atrás con miedo y vio cómo dos hombres la alcanzaban. No sabía qué podía hacer para escaparse de esa situación angustiante y desesperadora.
Aprovechando la oportunidad, golpeó a uno con la punta de los talones e intentó alejarse arrastrándose sobre su pierna heri