La puerta se abrió y Sherry entró en la habitación llevando a Caprice, seguida de cerca por John.
Sherry lanzó una mirada a John, quien se detuvo, convirtiéndose en una figura estoica en la habitación, manteniendo distancia de su madre y su hija.
El enfoque discreto de John suavizó la expresión sombría de Sherry. Le sonrió a Caprice y le preguntó:
—Caprice, ¿tienes sueño? ¿Quieres seguir durmiendo?
Caprice miró a John y sacudió la cabeza.
—No, no tengo sueño.
—¿Quieres comer algo?
Nuevamente la niña negó con la cabeza.
—¿Quieres jugar?
Una vez más, la respuesta fue un movimiento de cabeza.
Sherry suspiró impotente.
—Entonces, ¿qué quieres hacer?
Caprice se acurrucó en sus brazos y expresó:
—No quiero hacer nada. Sólo quiero estar con mamá y papá. Presionó su mejilla contra el pecho de Sherry, mostrando adoración y obediencia.
Sherry acarició la cabeza de la niña.
—Está bien.
Acomodó a Caprice en el sofá, colocándose frente a John, dándole la espalda