Sherry frunció el ceño ante este comentario. Su hija Caprice era su tesoro, y en los últimos dos años no había pasado un solo día sin que pensara en ella. Daría cualquier cosa por estar con su hija. Parecía injusto cuestionar su dedicación a su enérgico hijo, pero sabía que expresarle esos pensamientos a John sería inútil. Reprimiendo su resentimiento, preguntó en tono serio:
—¿Es un certificado de matrimonio la única opción? ¿No hay alternativas?
John la miró fríamente y declaró:
—No.
Sherry encontró su mirada.
—El matrimonio es un asunto importante. ¿No deberíamos discutirlo con tu madre y otros miembros de la familia para explorar sus perspectivas?
Ella respondió con prontitud, como si hubiera preparado la respuesta de antemano:
—Es simplemente una formalidad legal. Estamos haciendo esto por Caprice. No habrá boda y no hay necesidad de buscar la bendición de su familia.
El corazón de Sherry latió con fuerza. Su intención de un compromiso secreto indicaba un deseo