John se rio entre dientes ante la anticipación de Sherry.
—Mentí; ella no está en el coche.
Sherry estaba furiosa.
—¡Estúpido!
Una idea repentina cruzó por su mente y sonrió con confianza.
—Será mejor que me lleves con ella ahora mismo, o te quedarás aquí conmigo toda la noche. ¡Ni siquiera pienses en ir a ningún otro lado!
Ella apretó sus brazos alrededor de los de John, sus mejillas pálidas por el frío mientras se inclinaba más hacia su brazo, con una expresión desafiante e inquebrantable.
John pareció ceder un poco. Se volvió hacia el coche y ordenó:
—Abre la ventana trasera.
El conductor estuvo de acuerdo y rápidamente bajó la ventanilla trasera. Sherry, confundida, se preguntó acerca de su plan.
—¡Mami! De repente, una voz dulce y tierna resonó desde el interior del coche.
Sus ojos se abrieron y se volvió expectante hacia el coche. ¡Fue Caprice! La niña asomó la cabeza por la ventana, agitando las manos y con una brillante sonrisa en el rostro.
—¡Capric