Capítulo 65. Necesito ver sus ojos
Adelaide no deja de temblar. Esta experiencia es nueva y bastante dolorosa para ella, aunque se encuentra muy excitada, no deja de sentirse temerosa.
Recuerda lo que Mónica le enseñó de los movimientos suaves de cadera. Cierra sus ojos y empieza a moverse lentamente, como le indicó ella, para permitir que el pene de su esposo entre poco a poco dentro de ella. Se siente demasiado llena que hasta su respiración se vuelve agónica.
Egil lleva sus manos a ambos lados de su cadera y la detiene cuando siente la barrera romperse. Por unos segundos permanecen así, quietos, dejando que sus cuerpos se reconozcan y acepten, para que no sea tan doloroso para ella.
—Mírame, Adelaide —Pide él—. Necesito ver tus ojos mientras te entregas completamente a mí.
La joven coloca ambas manos a cada lado de su hombro y se acerca toda a él, uniendo su frente a la suya. Tiene muchas ganas de besarlo, pero no puede cruzar ese límite, al menos que sea él quien dé ese paso primero.
Las pupilas de Egil empiezan a