Capítulo 4: Encontrarme

Una semana después

Camino de un lado al otro, desde que me trajeron aquí en contra de mi voluntad, no he salido. No tengo forma de comunicarme con mi padre, porque por más que lo llamo no me contesta.

Tampoco he ido a clases, no podría hacerlo cuando todos van a preguntarme sobre lo que sucedió en mi fiesta de cumpleaños y como me fui de ella. Así que, me la he pasado encerrada en esta casa extraña, sin saber que hacer.

Por fortuna, el anciano con el que supuestamente me voy a casar, no lo he vuelto a ver y el servicio doméstico de la casa, es amable al punto que me siento cómoda aquí.

‘Entra en razón, Day. ¿Cómo es posible que te sientas cómoda en la casa de tu secuestrador?’ me pregunto mentalmente preocupada.

— ¿Le ocurre algo, señorita? — pregunta Amy, la encargada de la casa.

— Amy, ¿es posible que una mujer completamente sana y joven desarrolle el síndrome de Estocolmo? — pregunto con evidente preocupación.

— ¿Qué es eso?

— Necesito salir o me volveré loca. Sin duda, es eso. — susurro con aburrimiento.

— Puede salir si lo desea. Incluso, el señor me avisó que puede regresar a la universidad si así lo desea. — dice Amy y de inmediato niego.

— No quiero ir allá. No me siento capaz de enfrentar a mis amigos.

— Señorita, casarse con el señor no es malo.

— Si tuviera treinta no, pero, solo soy una chica de dieciocho años que quiere disfrutar la vida. Ya llevo una semana aquí encerrada como una prisionera y eso hace que mis pensamientos sobre él sean confirmados. Él es un hombre aburrido, que busca una esposa para hacerla su prisionera.

— No es así, si desea, podemos salir a donde desee al menos por una hora, después, iremos de compras.

La alegría me recorre al escuchar la frase clave y de inmediato, me levanto de mi lugar con renovado interés.

— ¡Vamos de compras directamente! Eso sin duda va a levantar mi ánimo. — digo de inmediato y Amy asiente.

— Entonces, prepárese para salir.

— Así me voy, allá cambio de ropa de acuerdo con lo que compre. — digo emocionada y Amy asiente.

Amy va a buscar su bolso y yo la espero cerca del ascensor idéntico al de mi casa. Ella me sonríe y las dos subimos al auto que me permiten escoger.

— Después de ir de compras, puedes regresar a casa si lo deseas, aunque el señor me informó que su padre aun no llega de viaje.

— No puedo entender cómo es posible que se marche a un viaje de negocios cuando me ha abandonado con un hombre extraño.

— No es un hombre extraño, es su prometido. — dice Amy y yo la ignoro sabiendo que no puedo contradecir lo que dice.

Como ella me ha dicho, nos vamos a varias boutique para comprar varios zapatos e incluso, ropa interior. Algo que me hace sonrojar, porque ella me ayuda a escoger las cosas.

— Un momento, ¿Por qué todo lo que hemos escogido es de color blanco? — pregunto al ver mis tres hermosos juegos de zapatos en modelos distintos pero, blancos.

— La novia debe ir de blanco, señorita. Por lo que, lo que estamos comprando debe ser de ese color. — dice Amy sonriéndome y yo detengo mi caminata feliz.

— ¿Qué has dicho?

— Estamos comprando todo para la boda. Ya falta una semana, debemos darnos prisa. — dice Amy y yo dejo caer las bolsas que los guardaespaldas de inmediato recogen.

Rápidamente, me marcho lejos de ellos, aunque corren conmigo gritando mi nombre. Al ver que todos me observan, corro a uno de los baños donde ellos no pueden seguirme.

— Señorita, por favor. No haga esto complicado. — dice Amy y yo quiero gritar.

— Quiero ir a la universidad. Ya me he aburrido de ir de compras.

— Si no quiere estar con nosotros, lo entendemos, pero, por favor, no corras así.

— Llévenme a la universidad, quiero ir a clases.

‘Si voy allá, puedo pedirles ayuda a mis amigas y marcharme de aquí. Puedo esconderme un mes o más y vivir feliz son estar casada con un anciano.’ Me digo mentalmente.

— Está bien, la llevaremos. — dice Amy y yo salgo del baño, para posteriormente ser escoltada a la universidad.

De inmediato, me adentro en las instalaciones en busca de Angela, una buena amiga mía que siempre hace lo que quiere. Al ver que está en clases, entro directamente, la tomo del brazo y salgo con ella, ignorando las quejas del profesor.

— Llévame lejos, Angela. No importa el lugar, solo ocúltame por al menos un mes. — digo suplicante.

— Tranquila. Aunque me gusta el drama, lo mejor es que me expliques bien que pasa y que es lo que quieres.

— Quiero despejar mi mente, ayúdame con eso, por favor.

— Perfecto, sé cuál es el lugar perfecto para eso. — dice Angela y de inmediato, me lleva al parqueadero donde con precaución, subo a su auto y nos marchamos lejos ignorando las repercusiones académicas a nuestra fuga.

‘Para eso nuestros padres hacen buenas donaciones.’ Me digo mentalmente.

En el viaje, le cuento lo que me sucedió durante esta semana y ella se burla, para después consolarme con su solución perfecta; noche de chicas en una discoteca.

Cuando llegamos a su propiedad, ya es de noche, por lo que, nos apresuramos en vestirnos sexy y nos marchamos a la discoteca más grande de la ciudad, una donde conocen tanto a Angela, que no necesitamos hacer fila.

Por lo que, apenas llegamos, somos llevada a la parte más viva de la discoteca, donde los cuerpos se tocan y nadie juzga. Aquí, donde hay muchos chicos atractivos que me dan bebidas y me sonríen recordándome que si hay hombres de mi edad muy atractivos.

— Eres muy hermosa para estar sola. — dice un chico rubio con ojos verdes.

— ¿Necesito escolta para divertirme?

— Si fuera tu novio, sería tu propia sombra, querida. — dice el hombre rodeando mi cintura con su brazo.

— Ahora imagínate lo que haré al ser su prometido, con el desgraciado que se atreve a tocarla. — dice alguien con voz fría.

Lo siguiente que escucho es al chico quejarse de dolor, por lo que, me aparto de él y es cuando noto a mi prometido.

— ¿Ya te divertiste, prometida?

— T-tú… — susurro.

El hombre empuja al chico y cuando intentó huir, soy cargada en su hombro.

— ¡Suéltame!

— Lo haré, cuando desee. — dice él saliendo de la discoteca conmigo y subiendo al auto, de una forma que me impide moverme.

— ¡Déjame en paz!

— No puedo.

— Señor…

— Vamos a la boutique novia hermosa. Tenemos ropa que comprar. Ya que, mi prometida no tuvo tiempo para hacerlo esta tarde. — informa el hombre con mirada asesina.

‘Lo mejor es que no hable o podría matarme.’ Me digo mentalmente al sentir que ni siquiera puedo moverme por su agarre.

Sali dos segundos y ya estoy en problemas, rayos, ¿Cómo pudo encontrarme?

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